Puedes criticar todo lo que quieras a la comunidad salsera por marginar a los músicos cubanos de sus listas de reproducción en sus eventos, aunque sí tocan son todo el tiempo. También puedes criticarlos por estar interesados solo en clases de movimiento corporal afrocubano porque parece ser el último grito de la moda–claro, todo sin importarles la cultura, la religión, el contexto o incluso otros bailes cubanos. Incluso puedes criticar a la comunidad salsera por estar “atascada” en el tiempo, musicalmente hablando, y señalar su preferencia por bailar música de décadas pasadas.

Puedes criticar todo eso si quieres. Sin embargo, por todas las críticas, infundadas o no, que se le puede hacer, tienes que darle esto a la comunidad salsera: allí se escuchan géneros musicales nacidos en Cuba que ni siquiera se tocan en eventos cubanos.

Como, por ejemplo, el chachachá.

¿Cuándo fue la última vez que escuchaste una canción de chachachá en un evento de bailes cubanos? Personalmente, en mis años de asistir a estos eventos, ha sido extremadamente raro que toquen un chachachá. Es casi inaudito.

Y sin embargo, cada vez que voy a un evento salsero, ponen al menos una canción de chachachá.

¿Qué pasa con eso, gente? ¿No se supone que nosotros somos los que queremos la música cubana?

¿Por qué no estamos escuchando y bailando chachachá?

Hay dos respuestas que se pueden dar a esta pregunta.

La primera es que el chachachá es una forma de bailar desactualizada en Cuba. Y ciertamente: lo es. No sé la cifra exacta, pero probablemente podrías contar con los dedos de tus manos y pies las personas en Cuba que saben bailar chachachá socialmente hoy en día, me refiero a personas que pueden bailar con una pareja una canción entera de chachachá. Hay muy pocos de esos.

El chachachá como género musical en Cuba tuvo su momento de gloria, su “periodo de fiebre”, por así llamarlo: los años 50. Después de eso, poco a poco fue perdiendo relevancia y pasando de moda. Con él, también pasó de moda el aspecto social del baile. Lo que queda hoy son los restos de los pasos básicos (que la mayoría de la gente en Cuba sabe ejecutar) y algunas otras cosas, principalmente pasos sueltos coreografiados que realmente no se pueden replicar en la pista de baile social. En ese sentido, el chachachá social está casi muerto, guardado en la bóveda de la historia musical y de los bailes populares. (Más que nada, esto es pertinente al baile. Las bandas cubanas modernas hoy en día todavía tocan chachachá; por ejemplo, “El martes” de Elio Revé y su Charangón.)

Si te gusta esta respuesta, que es muy válida, puedes dejar de leer aquí. No hay redención para el chachachá a tus ojos. Y está bien. No tienes que gustarte cada género musical que surgió de Cuba.

Pero si no te gustó la respuesta porque crees que algo “antiguo” no necesariamente significa “inútil”; porque crees que las cosas pueden ser rescatadas y reutilizadas, entonces sigue leyendo.

Porque, en efecto, la otra manera de responder la pregunta: “¿Por qué no bailamos chachachá?”, es bastante sucinta en comparación con la respuesta anterior.

Simplemente no sabemos cómo bailar chachachá.

Y eso, queridos lectores, es algo que podemos remediar.

Y es tan, pero tan fácil darle solución a esto. Realmente lo es.

Lo que narraré a continuación es mi propio viaje personal para aprender a bailar chachachá. La información que te doy no se basa en una cantidad copiosa de investigación sobre el baile del chachachá, porque en realidad es bastante difícil encontrar videos de la época que muestren el baile realizado socialmente (no en un escenario). No se basa en horas de instrucción dadas por un maestro de chachachá. Por lo tanto, no pretendo decirte que esta es la forma en que se bailaba el chachachá en los años 50. La mayoría de las personas que bailaban en ese entonces han fallecido, y no tengo forma de ponerme en contacto con aquellos que aún viven para entrevistarlos o pedirles que me den una demostración.

Entonces, lo que haré es exponer mi argumento sobre por qué el chachachá puede bailarse de la manera que estoy a punto de proponer, independientemente de si era así como se bailaba o no (de nuevo, tenemos pocas pruebas visuales), aunque estoy bastante seguro de que no estoy muy lejos de la forma original. Mis ideas para bailar chachachá socialmente se basan en observaciones que he hecho, conocimiento sobre la música que he adquirido y bailes distintos al casino que he aprendido.

Estas ideas han sido probadas en la pista de baile social con resultados muy sólidos una y otra vez. He podido bailar canciones de chachachá con éxito. De hecho, he enseñado aspectos del chachachá a personas y he recibido comentarios muy positivos.

Así que esas son mis credenciales. Puedes considerarlas insuficientes y parar de leer. Si lo haces, las cosas seguirán como están y el chachachá permanecerá donde está: en algún lugar de la memoria, sin usar, sin visitar y finalmente descartado, un vestigio del pasado.

O puedes intentarlo y ver si lo que propongo funciona.

Y lo que propongo funcionará. Te lo aseguro.

Antes de seguir adelante y a manera de aparte: habrás notado que no me refiero al chachachá como “Cha-Cha”. Algunas personas usan este nombre, pero yo no lo hago porque ese nombre es en realidad una estrategia de mercado proveniente de las academias de bailes de salón estadounidenses. Kathryn Murray, en su biografía del conocido coreógrafo, Arthur Murray, My Husband, Arthur Murray, escribe lo siguiente:

Otro baile que lo hizo dudar fue el cha-cha-cha. Al principio lo enseñamos contando “uno-dos-cha-cha-cha”. Esto funcionaba en la práctica pero era imposible de diagramar; parecía tener cinco tiempos por compás. Arthur se retiró a su oficina con el problema y después de dos horas regresó con una solución. Cambió el nombre del baile a cha-cha y el conteo a uno-dos-tres-cha-cha. Los dos “cha-chas” se dicen muy rápidamente, haciendo un tiempo, o un total de cuatro tiempos por compás. (p. 9)

Como el “cha-cha” fue un invento estadounidense y en Cuba nunca se ha dicho esto, me quedo con el original cubano: chachachá.


Déjame contarte, entonces, sobre mi viaje con el chachachá y cómo llegué a bailarlo.

Todo comenzó en el único lugar donde los DJs tocan y la gente baila chachachá fuera de Cuba. 

Ya les he dado el crédito que merecen: los eventos salseros.

Cada vez que iba a sus sociales y ponían chachachá —generalmente tocaban una o dos canciones durante toda la noche—, miraba con admiración a los bailadores de una comunidad que tan fácilmente descarta a Cuba, pero que de repente capaces de bailar con música que yo, un cubano a quien le gustaban los bailes y la música cubanos, no podía porque no sabía cómo. Nunca había estado expuesto al baile de chachachá en mi vida.

Al observarlos bailar, no me llevó mucho tiempo reconocer lo que estaban haciendo: estaban haciendo las mismas cosas que hacían cuando bailaban salsa lineal, pero en pasos de chachachá —o “Cha Cha”, como lo llaman ellos—. Eso fue todo. No había nada diferente en los patrones de giro o en cómo se veía el baile.

Así que me dije: Bueno, yo también puedo hacer lo mismo.

Aprendí a hacer el paso de chachachá —ya sabes: paso, paso, chachachá— y practiqué eso hasta que lo dominé bastante bien. Entonces, con mi pareja en ese momento, que ya sabía bailar chachachá, al estilo de la salsa lineal, practiqué. Pero no practiqué el chachachá que había visto bailar a los salseros porque eso no era chachachá cubano para empezar, y eso era lo que yo quería bailar. Lo que hice, en cambio, fue bailar casino con pasos de chachachá.

Fue un desastre.

No puedo ni empezar a describir lo incómodo que se sintió hacer esto. Fue simplemente… horrible. No puedo encontrar mejores palabras para describir la experiencia. Los patrones de giro del casino no funcionaban bien con los pasos. Sentí que estaba forzando las cosas todo el tiempo. Las vueltas simples como “Enchufla” y “Vacila” me costaban trabajo, especialmente después de un “Dile que no”. Tal vez, si lo intentas, estas cosas funcionen para ti. Para mí no.

Así que me desanimé bastante y lo dejé así. No más chachachá para mí.

No fue hasta par de años más tarde, cuando decidí aprender a bailar son, que volví a pensar en el chachachá. Sobre el son, ya he argumentado aquí por qué deberías, como bailador de casino, aprender a bailar son también, ya que tu casino mejorará bastante si aprendes son.

Y bueno, ¿adivina qué? Para poder bailar chachachá, tienes que saber bailar son. Eso es innegociable.

Ahora, no voy a enseñarte cómo bailar son en este post. Eso es imposible. Simplemente te señalaré el camino y te diré que necesitas hacerlo. Cómo lo hagas, depende de ti. 

Personalmente, tomé algunas clases (algunas privadas, otras en eventos de bailes cubanos), pero principalmente vi un montón de videos en YouTube que afianzaron lo que había aprendido en esas clases, pero también me dieron nuevas ideas sobre qué otras cosas podía hacer. El son no es un baile difícil de entender. No tiene tantas figuras como el casino, hay más desplazamiento y se guía más desde el torso. Claro, puede parecer complicado e inalcanzable para ti si ves videos de personas como Eric Turro y Víctor Zapata, especialmente con los tornillos. Pero esos son bailarines profesionales. Solo quieres llegar al punto en el que puedas bailarlo socialmente. Y para hacer eso, no necesitas ser ni Turro ni Zapata.

La manera en que decidas aprender son depende de ti. Pero si quieres bailar chachachá, hay que aprender son.

El siguiente paso del viaje llegó conjuntamente con mi aprendizaje del son. A medida que desarrollaba mi gusto por el baile, también lo hacía por la música a la que se bailaba tradicionalmente. Comencé a escuchar música cubana más antigua, y comencé a interesarme por Arsenio Rodríguez. En ese momento, también me sumergí en la teoría musical, aprendiendo cómo se hacía la música y los conceptos básicos de algunos instrumentos. Luego, mientras leía sobre Arsenio, aprendí sobre su son montuno y comencé a escucharlo.

Ahí fue cuando la última pieza del rompecabezas hizo ¡clic! Meses antes, había asistido a un taller de son en el congreso de rueda de San Francisco dirigido por Roberto Borrell (imagen arriba). En él, nos había mostrado cómo hacer el paso básico de son, pero también cómo combinarlo con el paso de chachachá. Esa había sido toda la clase. En ese momento, no sabía mucho de bailar son y la mayor parte de la información me entró por un oído y me salió por el otro. No entendía por qué estábamos cambiando de pasos.

Meses después, un poco más “versado” en diferentes géneros de música cubana que no fueran “timba”, escuché a Arsenio Rodríguez, y fue entonces cuando vi y sentí por qué nos había enseñado eso. En lo que ya he explicado en mi post sobre el son montuno, lo que noté fue que la forma en que los instrumentos sonaban a lo largo de la canción no siempre era la misma. Al principio, la cadencia de la canción me impulsaban a bailarla con el paso del son. Sin embargo, cuando el montuno comenzaba, si hacía el paso de son de repente todo se sentía muy lento, obligándome hacer otra cosa con mis pies: chachachá.

Entonces, el son montuno de Arsenio me estaba obligando, si prestaba atención a la música, a cambiar mis pasos para adaptarme a los cambios en la música.

Pero cambiar de pasos del son al chachachá, y viceversa, realmente no hacía que fuera un baile diferente. Simplemente me permitía ajustarme mejor a la música. Le daba al baile una sensación diferente.

Y entonces recordé lo que hacían los salseros cuando bailaban chachachá: hacían exactamente lo mismo que hacían al bailar salsa lineal, ¡pero usando pasos de chachachá!

Lo había intentado con el casino y había fallado. ¿Pero podría hacerlo con el son?

Tenía sentido. La música de Arsenio prácticamente me estaba obligando a hacerlo.


Así que lo intenté. Bailé chachachá como si estuviera bailando son, pero con pasos de chachachá.

Y eso…¡funcionó!…de maravillas.

Hasta ese momento, solo había hecho el paso básico de chachachá y practicaba cambiando de ese básico al paso básico del son, y viceversa. Eso fue lo que Borrell me enseñó. Realmente no había intentado hacer todo lo que sabía hacer dentro del son utilizando los pasos de chachachá porque la lección solo llegó hasta el paso básico y el cambio.

Pero ahora estaba bailando chachachá con la música de Arsenio e implementando todo lo que sabía sobre el son en mis pasos de chachachá–por supuesto, cuando la canción pedía pasos de chachachá–y cambiando sin problemas de nuevo al son cuando había un solo o la canción entraba en la coda, señalando su final, como he explicado en este post.

Fue un verdadero paraíso danzario. No solo había aprendido a bailar son, también, en el proceso, había descubierto una forma de bailar chachachá socialmente.

Lo último que hice fue confirmar mi “descubrimiento”. Y para hacerlo, fui nuevamente a Borrell. Él vivió la fiebre del chachachá, y tiene un DVD llamado Un trío inseparable que repasa los fundamentos del danzón, el son y el chachachá, los tres bailes cubanos que, según él, son inseparables, ahora por razones obvias para mí.

Vi el DVD y lo confirmé todo. Con algunas cosas específicas del chachachá (no te diré cuáles porque quiero que compres el DVD y apoyes a Borrell), los bailes de son y chachachá eran prácticamente los mismos, incluso si la forma de marcar era diferente.

Y tenía tanto sentido. El chachachá podría haber sido un género de los 50, pero la “sensación” de chachachá ya estaba presente en el son montuno de Arsenio, un fenómeno de los años 40. Eso significa que en los años 40 la gente ya estaba haciendo el paso de chachachá. De hecho, Enrique Jorrín, creador del chachachá, dijo en una entrevista que se le ocurrió el nombre para esta música observando lo que hacían los pies de los bailadores–esos tres pasos realizados rápidamente que sonaban en su mente como “chachachá”–mientras tocaba su nuevo ritmo. Por eso el son y el chachachá están tan entrelazados, “inseparables”, para citar a Borrell.

Eso no quiere decir que no ocurriera nada en los años 50 con el baile de chachachá. Los pasos libres no son tan característicos del son; por lo tanto, esos fueron parte de los años 50. Y también lo fueron los movimientos y giros en posición abierta, que realmente no existen en el son. Los pasos libres son realmente difíciles de guiar y en su mayoría están coreografiados, pero se pueden aprender. Los movimientos en posición abierta, a su vez, se pueden aprender a través del DVD. Esto último es lo que yo veo como la contribución más grande que tuvo el chachachá para el casino: la posición abierta, de la cual salió la figura “Para ti, para mí”.


En conclusión, si quieres aprender chachachá, debes aprender a bailar son.

Si ya sabes cómo hacerlo, ¡genial! Todo lo que realmente necesitas hacer es aprender a cambiar del son al chachachá, y viceversa, y tengo videos para eso aquí. ¡Y ya está! Estarás bailando chachachá en poco tiempo una vez que comiences a aplicar tus pasos de chachachá a las mismas cosas que ya haces al bailar son.

Si no sabes cómo bailar son, toma todas las clases de son que puedas, mira videos en YouTube, obtén algunas lecciones privadas si puedes. No sucederá en un día, o una semana, o un mes. Pero una vez que hayas aprendido lo suficiente, sigue la recomendación que acabo de dar en el párrafo anterior.

Hagamos que el chachachá también sea parte de la comunidad de bailes cubanos.

Te dejaré con uno de los pocos videos de baile social de chachachá que he podido encontrar. Nuevamente, ¿es así como se bailaba en los años 50? Tal vez. Tal vez no.

Pero mejor esto que no bailarlo.