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Una tarde de domingo en una de las sucursales de Hilton en Atlanta, E.E. U.U. Después de la noche del sábado, todos estamos cansados. No se paró de bailar la noche anterior hasta las cuatro de la mañana en el Atlanta Salsa Festival (Festival de Salsa de Atlanta). Los All Stars, que habían tenido ya una presentación el sábado, acaban de practicar para la de esta noche. Por mi parte, recién he salido de mi habitación, todavía con sueño, y bajado al lobby del hotel en busca de Jorge, al que había casi acosado todo el sábado para una entrevista hasta que me dijo que podía el domingo. Lo encuentro con el resto de los All Stars, todavía hablando de la práctica que acaban de tener. Restregándome los ojos y bostezando, me pregunto de dónde sacan tanta energía estos santiagueros. Entonces Jorge se vuelve y me ve. Imagino que, al verme, vea al “cubanito que no para de joderme”. Yo sonrío. Sabe para lo que vengo. Un par de minutos después, y después de agradecerle efusivamente por concederme la entrevista y hacer un poco de tiempo para mí, Jorge y yo nos sentamos a dialogar sobre los All Stars, el casino y Cuba.

 

 DLD: Cuéntame un poco de la fundación de los All Stars. ¿Cómo surgió la idea?

 JLR: Los cimientos se forman en la Vocacional de Santiago de Cuba. La Vocacional es una escuela donde son escogidos estudiantes de alta capacitación, de alta inteligencia. Entonces ahí comencé a hacer las galas. Ya después que me voy de la Vocacional, los muchachos con los que yo trabajé parten hacia diferentes universidades. Me olvidé un poco de eso. Me gustaba más poner música, que era mi hobby.

Entonces se hizo el primer evento en Santiago de Cuba de rueda de casino y los muchachos me llamaron para continuar el legado que habíamos comenzado en la Vocacional. Al principio no quise porque había perdido las ganas; pero ellos me dieron y me dieron hasta que formamos el All Stars, que de hecho se le puso primero “La Maquinaria del Sabor”. Esto fue en octubre del 2003. En ese evento no cogimos nada. El evento estuvo fuerte, pero fue una experiencia que tuvimos.

En diciembre, volvimos a reunirnos para un cumpleaños de una quinceañera que necesitaba parejas de baile. Y se quedó eso conmigo. Entonces el siete de enero, los cito y les digo: “Vamos a cambiarle el nombre al grupo. Vamos a ponerle ‘All Stars’”. “¿Y por qué ‘All Stars’”? me preguntaron. Y les dije: “Mira, si queremos hacer algo grande, tenemos que sacrificarnos”. Les dije esto porque ellos eran muchachos de 17 y 18 años y había que conjugar sus estudios con el baile. Estos muchachos salían de su casa a las siete de la mañana para la universidad, a las cinco era el ensayo y llegaban a sus casas a las nuevo o diez de la noche. Esto fue casi a diario. Los inicios fueron muy fuertes.

Ya después participamos en el programa “Para Bailar Casino” y tenemos el privilegio de ser la única rueda en esos tiempos que obtuvo el máximo de los puntos entre más de trescientas ruedas que se presentaron en esos tres años.

 

DLD: ¿Cuál es el objetivo del grupo?

JLR: Lo que pasa es que estaba viendo que se estaba perdiendo la esencia del baile en pareja; entonces quise desmentir lo que la gente decía: que los jóvenes no sabían bailar. Sí podemos bailar. Al principio, les dije a los muchachos: “Tenemos que tener un motivo y un objetivo”. Y el motivo es sentir y respetar. Si vamos a hacer esto, hay que respetarlo. Los objetivos no fueron fijos porque siempre están cambiando, una vez cumplido el objetivo anterior. La universidad [de Santiago] no tenía un grupo de baile en ese tiempo. Comenzamos a participar en los festivales de la FEU [Federación Estudiantil Universitaria]. Eran jóvenes un poco fuera de los jóvenes normales; jóvenes talentosos en el estudio y en el baile, que fue el orgullo mío: dirigir jóvenes profesionales. Yo no soy profesional. Yo simplemente soy una persona que me gusta lo que hago y respeto mucho las tradiciones.

DLD: ¿Cuál es el procedimiento para convertirse en un All Star?

JLR: Realmente, yo no hago audición. Cuando busco a alguien, no me interesa que baile bien porque en el momento que yo busco buenos bailarines el grupo se te convierte en un…no sé. Para tú ajustar a esos bailarines al estilo de All Stars, es difícil. Yo no busco bailarines profesionales. Busco bailadores sociales. No me importa que bailen bien. Yo siempre digo: “Mientras que tú camines, con eso me basta”. Y es así porque uno los va adaptando al grupo. Y es por eso que el grupo tiene su sello. Cuando las personas vienen con un estilo diferente, para tú entonces moldearlas, te toma años. Yo siempre digo, para esos que entran nuevos, que para ser un All Star debes pasar un mínimo de cuatro años. Eso me lo han demostrado los médicos porque he tenido estudiantes de medicina—como siete—que ya en el cuarto año se van porque una vez que llegan al cuarto año la carrera se torna un poco más díficil, y no pueden continuar con el grupo. Son ellos los que me han dado esa filosofía. Son cuatro años.

DLD: ¿Me puedes hablar un poco sobre el proceso creativo que toma lugar en el grupo? ¿Cómo se crean las coreografías? ¿Cuánto tiempo dedican al ensayo?

JLR: Los ensayos nosotros siempre los hacemos a partir de las seis de la tarde—depende de lo que tengamos—siempre hasta las nueve. Cuando tenemos bastantes ganas, a veces hasta cuatro o cinco horas.

Nosotros normalmente montamos una rueda de casino en dos o tres semanas porque realmente no puedo hacerlo en una semana. No sirve. Porque primero hay que escoger la música, ver si los movimientos van con la música. He visto muchas ruedas de casino muy buenas, pero la música no las acompaña; y he visto música muy buena con movimientos que no van de la mano. Y cuando eso pasa, la rueda no sale.

Las coreografías a mí se me ocurren por la madrugada. Todas las divisiones musicales de All Stars, toda la música, yo las edito. Ahora últimamente hicimos un homenaje a Los Compadres con el Septeto Santiaguero y teníamos “La familia de Don Ramón” montada y les dije a los muchachos: “Vamos a hacer algo con el disco nuevo.” Y empezamos a montar. Pero siempre se me quedaba algo. Yo decía: “Ya está montada. Ahora hay que trabajar el espectáculo”. Eso es lo que se me ocurre por la madrugada. A veces la esposa mía se asusta cuando yo me levanto de repente y le digo: “No me hables, no me hables, no me hables”. Y entonces voy para la máquina y me pongo a trabajar para hacer que las cosas salgan al estilo de los All Stars.

 

 DLD: ¿Me puedes hablar un poco más de ese “estilo”?

JLR: Mira, nosotros tenemos una forma muy diferente de hacer la rueda de casino. Antes, la rueda de casino se hacía muy tradicional. Nosotros una vez rompimos ese esquema en una competencia en Santiago. Cogimos el círculo y lo desintegramos—y nos descalificaron. Nos dijeron que no se podía hacer. Yo les dije a los muchachos: “Bueno, eso algún día se va a aceptar. No sé si dentro de un año o dos, pero yo no voy a cambiar este modo de hacer la rueda de casino”. Fuimos para “Para Bailar Casino” y con esa misma rueda con la que nos descalificaron en Santiago fue que obtuvimos el máximo de los puntos, que son cincuenta puntos. Nosotros tenemos una vuelta que se llama “El horizonte” que es nuestro sello, donde rompemos el círculo y hacemos una fila. Y el jurado en ese momento se puso de pie. Cuando volvimos al círculo, ellos no sabían en qué momento ni cómo esto había pasado.

Otra cosa muy importante fue el día que cité a los muchachos para una práctica a las cuatro de la tarde—que fue un error mío porque muchos todavía estaban en la escuela—y entonces los que llegaron a esa hora fueron seis chicos de las doce parejas; las mujeres sí estaban todas ahí. Y dije: “Bueno, un chico que agarre a dos chicas”. Y entonces hicimos la rueda de casino de dos mujeres con un hombre. Entonces la llevamos a una competencia. Los muchachos tenían un poco de miedo porque había un jurado compuesto de maestros de la danza como Eduardo Rivero. Esto fue en la Sala Polivalente, en La Habana. Nos cogimos el tabloncillo completo. Fue con el tema de Los Van Van, “Si a una mamita”. La Polivalente se fue abajo. Después de la presentación, el jurado fue a deliberar y me llamaron aparte. Me dijeron: “¿Qué es eso?” Yo dije con estas palabras: “Maestro, yo no sé lo que yo hice. Se me ocurrió…y yo lo hice.” Bueno, hoy en día es uno de los videos de rueda de casino más vistos en YouTube.

A veces la gente quiere que nosotros bailemos como los demás. Yo no puedo hacer eso. Si lo hago, no soy un All Star. En el casino que hacemos, mezclamos lo tradicional con lo contemporáneo; no hacemos tanto afro porque se satura mucho todo. Me gusta que la gente vea el casino. No es que no me guste hacer afro. Sí se hace, pero yo no puedo pasarme el casino entero haciendo afro. Para eso cojo una canción de afro y hago afro. Yo no puedo hacer Changó cuando la canción dice: “Amor mío, no te vayas”. Y yo he visto ruedas de casino que van del Enchufa al Yemayá, del setenta a otro Orisha y así. Se convierte en una rueda de afro. No estoy en contra de eso porque en este mundo come todo el mundo. Pero el público quiere ver el baile de casino también. Me gusta que el público diga: “Esto es una rueda de casino”.

Y ahora voy a hacer otra cosita, que no voy a decir qué. No he tenido tiempo todavía porque hemos tenido muchos compromisos nacionales e internacionales, y no me he sentado todavía con esa rueda porque esa rueda de casino sí hay que estudiarla. Pero va a ser algo muy novedoso. Saldrá posiblemente en el 2017.


DLD:  Cuéntame un poco sobre la metodología pedagógica en cuanto al casino que has visto en Cuba. ¿Cómo es que la gente aprende casino en Cuba?

 JLR: Mira, si vas a Cuba y ves la gente bailar, nadie baila igual. Ni en el tiempo al que los extranjeros están acostumbrados, que es el uno, dos, tres, cinco, seis, siete que viene de Nueva York–según he oído–, porque en Cuba siempre fue: uno, dos, tres, uno, dos, tres. Como los músicos, que cuentan hasta cuatro. Y hay gente que dice que el casino se baila de cierta forma, y no. El casino es del pueblo. Tú te paras a ver a la gente bailar, y allá está Mengano bailando así y Fulano bailando de asao. Es decir, lo bailan como lo sienten.

Pero bueno, te digo una cosa: las escuelas de baile que hay en Cuba son para extranjeros. Muy pocas escuelas en Cuba se dedican a darles clases a los cubanos. Los cubanos aprenden de manera empírica. El cubano nace bailando. Y te digo otra cosa: enseñarle a un cubano es más difícil que a un extranjero.

Yo aprendí a bailar casino a los veinte años. Yo bailaba suelto cuando Oscar D’León iba a Cuba porque me gustaba mucho bailar suelto. El casino yo lo miraba y me decía: “Nunca voy a aprender a bailar eso”. Pero un día me dio por aprender y aprendí casino en una semana. Yo iba a una escuela a sentarme a ver la rueda de casino. Entonces, un amigo mío que se llamaba Rodolfo, que estaba en esa escuela, me enseñó un poco. Me decía: “Esto es así y así”. Y yo en una semana ya era director de esa rueda. Ahí comencé a crear, pues sí tenía la imaginación.
 

DLD: ¿Cuál es la diferencia más marcada que has notado entre el casino que se baila en Cuba y el que se baila fuera de la isla?

 JLR: Hoy por hoy el casino en Cuba está teniendo un poco más de auge y desgraciadamente lo que ha dado ese auge han sido las visitas de los extranjeros. Es decir, quizás la gente lo está haciendo para que el extranjero lo vea, no para que el cubano lo vea. Y hoy por hoy en Cuba se han desatado unos profesores de baile que a mí me da pena decir que son profesores de baile. Yo no estudié eso. Un profesor de baile tiene que saber de todo. Yo siempre les digo a los muchachos que no digan que son profesores de baile, sino bailadores del All Stars. También hay muchos profesores hoy se ponen a inventar—yo lo he visto. Y en Cuba y en Europa todo el mundo es profesor de baile. Un cubano se va y dice que es profesor de baile porque el extranjero piensa que todo el cubano que llega sabe bailar casino. Aquí es donde entonces la cultura va tomando un segundo plano y se van perdiendo los valores. Es increíble cómo la gente va perdiendo la identidad y se mata más por el dinero.

Hoy hay una competencia en el mundo, que aquel es más bueno que el otro, etc. Yo siempre digo que nadie es mejor que nadie. Yo les digo a los muchachos: “Nosotros tenemos que enfocarnos en lo de nosotros. Malo, bueno o regular, eso es lo de nosotros. Lo que tenemos nosotros”. Yo no dejo que nadie me desconcentre de lo mío.

DLD:  Hay gente que dice “casino”. Otros dicen “salsa” o “salsa cubana”. ¿Dónde caes tú en tanto la terminología?

 JLR: Lo que he escuchado es que ese nombre de “salsa” viene de la Fania All Stars. Es decir, que la salsa era la música. Y realmente hoy se dice “salsa cubana” para referirse al baile y la música. Sí, en Cuba se dice: “Vamos a bailar salsa”. Pero en lo personal no me gusta mencionar ese nombre. Yo tengo que defender lo mío. Porque lo que yo sé es que la salsa es el son.

DLD:  Bueno, Jorge, muchas gracias por haber hablado conmigo y por venir aquí a los Estados Unidos.

 JLR: Seguro. Volvemos pronto.