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Este es un muy buen ejemplo de lo que es el baile de salsa cubana, así como se enseña fuera de Cuba. 

Y este es un muy buen ejemplo del baile de casino, así como se baila en Cuba.

¿Cómo fue que el casino se convirtió en “salsa cubana” fuera de Cuba? ¿Y por qué lo que se enseña fuera de la isla luce tan diferente a cómo se baila dentro de ella?

Como punto de partida, encuentro esta cita de la investigadora de bailes, Juliet McMains, bastante útil:

La idea del tango, sus orígenes mitificados en los burdeles, su pasión hirviente, su imagen de dominación y rebelión, resultó ser más rentable y comercializable que el baile en sí. Los estudiantes de tango… estaban o poco preparados para aprender las complejidades del baile, mal informados sobre la técnica, o desinteresados en el estilo de movimiento practicado en Argentina. En cambio, surgió una proliferación de nuevos bailes que circulaban bajo el mismo nombre, mientras los profesores de baile codificaban y redefinían el baile para el consumo occidental. (111)

El tango fue el primer baile latinoamericano que se abrió camino en el extranjero–o mejor dicho: la idea del tango se abrió camino en el extranjero. La gente en el extranjero tenía sed de pasión y rebelión “latina” (¡gracias, estereotipos de Hollywood!), y buscaban experimentar estas cosas a través del baile. El hecho de que el baile en sí no tuviera nada que ver con lo que se bailaba en Argentina no importaba. Mientras encajara dentro una “sensación” de lo latino, vendía. La gente no quería aprender sobre el tango argentino. Querían escapar de la monotonía de sus vidas.

Los profesores extranjeros, por su parte, encontraron una manera de hacer que eso sucediera. Como continúa McMains:

Los tangos occidentalizados eran lo suficientemente similares a otros bailes de salón como para dominarse sin un estudio extensivo, haciendo referencia a la fantasía occidental del tango como Otro exótico principalmente adoptando solo aquellos elementos más fácilmente apropiados. (112)

Lo que pasó por “tango” en los Estados Unidos allanó el camino para la práctica de reempaquetamiento de los bailes latinoamericanos fuera de sus contextos auténticos para el consumo de personas que quizás no estaban tan interesadas en cómo se practicaba el baile en su respectivo país de origen. De hecho, la salsa lineal es una extensión de esto y, al respecto, he escrito extensamente aquí sobre cómo la salsa lineal siguió muy de cerca los pasos del tango. Cuando ambos estilos se consolidaron más en los años 90–es decir,la salsa al estilo de Los Ángeles y Nueva York–eran bailes intrínsecamente estadounidenses con muy pocas similitudes con la forma en que la gente bailaba salsa en América Latina (excluyendo Cuba, donde se bailaba casino y no salsa).

Pero tengo más pruebas. Avancemos hasta los años 2000. Para esas fechas, la música y el baile de bachata comienzan a alcanzar una gran popularidad en Estados Unidos y Europa, catapultados a la fama por videos como este. Lo que muchos de las millones de personas que vieron este y otros videos similares no entendieron mientras corrían a una academia de baile para aprender la bachata sexy y sensual, era que esto ya era muy diferente de lo que bailaban los dominicanos en la isla. Para entonces, la bachata había sido reempaquetada y refinada para el consumo occidental. De hecho, muchas de las figuras tenían un aspecto similar a las de la salsa lineal.

Esta vez, debido a la globalización y a Internet, esta práctica de reempaquetar y revender no funcionó tan bien. Las personas que realmente bailaban bachata auténtica comenzaron a expresarse en las redes. Surgieron discusiones. Cuando el polvo se asentó y términos como “bachata sensual” aparecieron, una especie de reconocimiento del hecho de que el baile había sido modificado. La bachata de la República Dominicana se convirtió en “bachata tradicional”, como si fuera algún tipo de baile que solo bailan las personas mayores.

Continuemos avanzando hasta finales de la década de 2010, cuando la kizomba se abre paso en la escena de baile latino. Ahora, el hecho de que un baile de Angola, un país africano, se convirtiera en el último grito de la moda en eventos de baile que tradicionalmente presentaban bailes latinoamericanos, se remonta a lo que ya he explicado: los bailes latinos son una “idea”, más que una práctica. Y la kizomba encajaba perfectamente en esta idea de que al participar en estos bailes, puedes escapar lo cotidiano y sentirte sexy, experimentar el deseo y la sensualidad, ser rebelde–nada de lo cual tenía que ver con cómo la gente bailaba en América Latina. De hecho, hay una razón por la que otros bailes latinoamericanos como la cumbia no alcanzan este nivel de popularidad en el extranjero: no encajan en la “idea” de lo latino. Estoy seguro, sin embargo, que si un profesor encontrara la manera de hacer que encaje, créeme: se convertiría en lo próximo que aprender.

En cualquier caso, la kizomba también pasó por una recodificación, y al igual que la bachata, comenzaron a aparecer diferentes bailes que tenían muy poco que ver con la kizomba: kizomba sensual, bachakiz, kizomba urbana, etc. Todos con el propósito de crear esa “idea”, ese “sentimiento”. Y muy pronto la gente perdió interés, si es que alguna vez lo tuvieron, en la kizomba auténtica. Si te interesa buscar, encontrarás discusiones en línea sobre cómo los occidentales han transformado este baile para adaptarlo a sus necesidades.

(Podría hablar también sobre el zouk. A estas alturas, espero que entiendan lo que estoy tratando de decir).

Entonces, ¿cómo se conecta todo esto con Cuba, el casino y la salsa cubana?

Después de examinar la problemática historia de cómo se han enseñado los bailes latinoamericanos fuera de sus contextos auténticos, de cómo fueron redefinidos, recodificados y reempaquetados con muy pocas similitudes a cómo realmente se bailaban, ¿no tendría sentido que el casino haya recibido el mismo tratamiento fuera de Cuba? ¿Por qué Cuba sería excluida de esto si, como afirma el crítico cultural Gustavo Pérez Firmat, “las ideas contemporáneas sobre Cuba no han abandonado los hábitos de percepción establecidos muchos años antes de que alguien hubiera oído hablar de Fidel Castro”?

Y, por supuesto, Cuba no ha sido excluida. Especialmente al considerar que Cuba (y específicamente La Habana) fue el lugar de referencia de facto para gran parte de lo que llegó a considerarse la “atmósfera latina” en la primera mitad del siglo XX. Las películas antiguas de Hollywood están inundadas con los sonidos que provienen de Cuba, los intentos de emular los bailes cubanos, sus canciones. Carteles como el que se muestra a continuación aparecieron en los periódicos estadounidenses durante muchos años, retratando a Cuba como una isla “tan cerca y aún así tan extraña”:

En películas como Week-End in Havana (1941), Cuba se presenta como una diversión frente a la forma en que vivían las personas en Estados Unidos, una escapada, por así decirlo (¿te suena familiar?), pero una que es, como afirma Pérez Firmat, “en última instancia indeseable: un buen lugar para visitar, pero no querrías vivir allí. ‘Se fue abajo’ es también lo que se dice cuando una empresa fracasa” (11-12). Aquí nuevamente hay otro paralelo, porque si los bailes latinoamericanos se modificaron para adaptarse al consumo occidental, fue precisamente porque eran en última instancia indeseables en sus contextos auténticos.

Durante décadas, Cuba fue la lente a través de la cual las personas en Estados Unidos percibieron América Latina. De hecho, Cuba fue instrumental en ayudar a crear la idea de la atmósfera “latina”, donde las personas pueden ir y escapar de sus vidas cotidianas y sentir, aunque solo sea por momentos fugaces, pasión, rebeldía, sensualidad, abandono. Es por eso que Cuba sigue siendo un punto de interés para muchas personas.

Ahora, podrías decir: “Pero los eventos de baile cubano tienen un ambiente diferente que los eventos de salsa. La gente es más despreocupada, el código de vestimenta es menos formal; hay menos enfoque en la sensualidad, menos pretensión y más énfasis en simplemente pasar un buen rato”.

Cuando lo miras de esa manera, parece que Cuba ha escapado de las recodificaciones occidentales que han recibido otros bailes latinoamericanos.

Excepto que, si vuelves a ver el video con el que comenzó esta publicación, verás que claramente no ha sido así. Las modificaciones han ocurrido, simplemente de manera diferente.

Recordemos que debido al embargo impuesto por Estados Unidos a Cuba, la isla quedó vedada para los estadounidenses durante décadas. Los viajes desde Europa Occidental también eran escasos, ya que Cuba se había aliado con la Unión Soviética en la Guerra Fría. Mientras que la salsa lineal prosperaba en los Estados Unidos y Europa en los años 90 y 2000, muy pocas personas tenían idea de lo que estaba sucediendo en Cuba en cuanto a baile. Eventualmente, un número de videos pedagógicos comenzó a llegar a Internet, sobre lo cual he hablado extensamente aquí. Estos primeros videos enseñaban salsa estructurada a través de la rueda. En otras palabras, el objetivo era enseñar la “idea” de algo cubano (rueda) usando algo que los estudiantes ya conocían (salsa). Tiene sentido entonces que a medida que estos videos se volvieron más visibles y la gente comenzó a emularlos cada vez más, algunos conceptos del baile de salsa lineal se codificaran, lentos pero aplastantes, en el baile de casino.

Otros intentos de visibilizar el baile cubano ocurrieron durante este tiempo, principalmente los realizados por Boogaloo Productions. Esta compañía en realidad sí viajó a Cuba y grabó a personas bailando, lo cual no se había hecho antes. Sin embargo, muchas de las personas utilizadas en estos videos eran bailarines profesionales, quienes son conocidos por aplicar estéticas escénicas y fusiones a su baile, y por lo tanto, no representaban fielmente cómo se bailaba el casino en Cuba socialmente. (Por otra parte, el casino no se enseña en las escuelas de danza profesionales en Cuba. Al menos no hasta hace cinco años). Lo otro que hay que recalcar es que, al crear videos pedagógicos, los productores mismos intentaron codificar un baile como si se pudiera dominar sin un estudio extensivo, que es exactamente lo que los maestros occidentales han hecho a lo largo de la historia con los bailes latinoamericanos.

El otro elemento que debemos considerar aquí es que Cuba es intrínsecamente sincrética, desde la raza hasta la religión. De hecho, más del 50% de su población es negra o tiene ascendencia negra. Al respecto, en Cuba hay un dicho que dice: “El que no tiene de congo, tiene de carabalí”, precisamente enfatizando la plenitud de nuestra herencia negra. Esto, por supuesto, no encaja bien dentro de la “idea” de América Latina que se creó en el extranjero. Las personas blancas adineradas que viven en los suburbios no iban a clubes latinos (por curiosidad) para sentirse negras (gracias a prejuicios raciales y a leyes como las de Jim Crow). Iban a experimentar lo “latino”, y lo “latino” ha sido durante mucho tiempo codificado como “gente de piel café” (brown) o algo cercano a lo blanco, si tomamos a Cuba como ejemplo. (Me viene a la mente el programa de televisión de los años 50, I Love Lucy). Recordemos que el término afrolatino, que (finalmente) reconoce a los descendientes de personas negras en América Latina, solo se ha comenzando a utilizar más ampliamente en los últimos diez años.

Cuba, entonces, se convirtió en una especie de intermediario para experimentar lo africano. Al igual que la salsa y el tango se convirtieron en una forma de experimentar la “latinidad”, los bailes cubanos, especialmente los bailes afrocubanos, se convirtieron en una forma de experimentar una negritud que era “tan cercana y sin embargo tan extraña” (póster arriba).

La confluencia de estas dos cosas, la codificación del casino a través de conceptos occidentales y el deseo de experimentar la cultura negra a través del baile y la música afrocubanos, allanaron el camino para lo que hoy se conoce como “salsa cubana”. De hecho, cuando las personas comenzaron a aprender más sobre Cuba, la “salsa” con la que asociaban a Cuba (porque Cuba es parte de Latinoamérica) fue rápidamente complementada por los nuevos bailes afrocubanos que estaban vivitos y coleando en la isla.

La única forma para un extranjero, un forastero, un turista, de entender lo que estaban viendo en Cuba era mezclar la salsa que esperaban encontrar y los bailes afrocubanos (seculares o religiosos) que ahora estaban descubriendo (como si la trata negrera se hubiera detenido al sur de los EE. UU.).

Y es aquí donde llegamos a la “salsa cubana”. Sinceramente espero que llevarlos a través de esa larga historia de los bailes latinoamericanos en el extranjero les haya ayudado a comprender un poco mejor dónde estamos ahora.

Si miran el primer video que enlacé en este post, se darán cuenta que la “salsa cubana” es precisamente lo que acabo de contextualizar: una mezcla de una larga tradición de estética “latina” occidentalizada y la mezcla descontextualizada y sin preocupaciones de bailes afrocubanos. (En un intento de hacerlo aún más exótico, algunos instructores ahora llaman al baile “timba”; lee más al respecto aquí.)

La salsa cubana, como se describe anteriormente, es lo que los extranjeros, los forasteros, quieren ver, quieren experimentar. Es la encapsulación perfecta de lo que piensan que es Cuba: un lugar para experimentar tanto lo latino como lo negro.

La verdad es que en Cuba, fuera de los instructores que les enseñan a los extranjeros a bailar (y por lo tanto acoplan lo que enseñan a sus necesidades), intercalar el casino con los bailes afrocubanos no es tan común, incluso dentro de la población negra. En Cuba, la gente entiende que hay un espacio y un tiempo para los bailes religiosos. Fuera de las idiosincrasias y preferencias personales, la rumba tiene su lugar propio como baile autóctono, no como un acompañante del casino, que es como se está enseñando en muchos lugares. De nuevo, fuera de las preferencias individuales, en Cuba el casino se baila como casino, es decir, sin mezclar bailes. De manera que no encontrarán muchos de los conceptos con los que se enseña el casino fuera de Cuba dentro de la isla.

Los cubanos bailan casino, un baile auténtico de Cuba. Bailan rumba, les bailan a los Orishas. Todo esto son ejemplos auténticos. Los que no son cubanos, en su gran mayoría, bailan “salsa cubana”, una amalgama inauténtica de todo lo que no entienden sobre la cultura cubana–o no les importa entender. Espero que ahora ustedes entiendan por qué ese es el caso.

Gracias por quedarse en sintonía conmigo hasta el final.


Bibliografía

McMains, Juliet E. Glamour Addiction: Inside the American Ballroom Dance Industry. Middletown, Conn.: Wesleyan University Press, 2006. Print.

Pérez Firmat, Gustavo. The Havana Habit. New Haven: Yale University Press, 2010. Print