A Ramsés lo conocí en persona en el 2023, cuando visité Nueva Orleans para dar una charla sobre la evolución de la música popular bailable cubana entre los años 1959-1990, como parte del evento “Toda la familia” que auspicia la organización Dile Que NOLA. Él había venido desde España, donde actualmente reside, y era parte del equipo de instructores del evento. Nicole Goldin, una de las coordinadora del evento y a la que ya he entrevistado para este espacio, tuvo la idea que Ramsés y yo teníamos que hospedarnos en la misma casa. Así que arregló las cosas para que así fuera.
Imagínense. Dos nerds del casino habitando un mismo espacio por todo un fin de semana.
Desde entonces, Ramsés se ha convertido como una especie de hermano postizo.
Cuando Ramsés me comunicó que él y Dile Que NOLA había juntado fuerzas para auspiciar el congreso de Cubason en Nueva Orleans, me desbordé de alegría. Después me sorprendió con otra cosa: quería que yo formara parte de la dirección artística del evento. Desde entonces he estado trabajando con él y otros para crear un espacio que sea un verdadero oasis para el bailador social de casino. Esta entrevista, entonces, más que una manera de conocer a Ramsés, también es una forma de entender por qué un evento como Cubason es tan, pero tan necesario que exista.
A Ramsés le llaman “El faraón del casino”, pero eso no le hace justicia. Lo de “faraón” evoca algo exótico y foráneo a lo cubano.
No dejen que el apodo confunda. Ramsés es hoy por hoy uno de los cubanos que más defiende la tradición del baile social cubano fuera de la isla.
DL: Háblame de cómo comenzaste a bailar casino.
RS: Empecé a bailar casino a los 16 años. Mi mamá, junto con mi padrastro (que es español, pero baila buen casino) me intentaron enseñar cuando tenía 12, pero no funcionó. A 1os 16, yo tenía un amigo mío argentino con quien estudiaba. Su novia, Sandra, se había apuntado a un curso de salsa cubana1 con Gastón Carvallo. A los tres meses, él me dijo que ella se había quedado sin pareja y quería que yo fuera a bailar con ella. Siendo cubano, me dije: ¿cómo yo, siendo cubano, no voy a saber bailar casino y un argentino sí?
Entonces me metí a mis primeras clases de salsa cubana con Gastón. Iba con mi pinta de rapero: mis pantalones y mis camisetas Ecko, mi hoodie, mis Timberlands. En fin, mi experiencia con el casino viene alrededor de cinco años antes de Yoel Marrero [de esto se hablará después]. Y así fue mi primer acercamiento: con un profesor cubano, pero nunca a través de la palabra casino, sino de la “salsa cubana”.
De hecho, una anécdota que nunca se me va a olvidar, es que cuando llegué a España con 10 años y medio, yo era el único cubano en la escuela. Mi profesora me preguntaba si bailaba salsa. Yo le respondía: “Yo no bailo salsa, pero mi mamá sí baila casino”. Nunca hubo un entendimiento. Ella no entendía lo que era casino, ni yo lo que era salsa. Entonces, al acercarme a una clase de “salsa cubana”, pensé que estaba aprendiendo algo parecido al casino, pero no casino. De hecho, lo que yo bailaba no era lo que bailaba mi mamá. Por eso mi acercamiento a la Fundación Casino Para Todos fue inmediato, porque vi el famoso video en blanco y negro de Yoel, en Villa Danza, bailando “de mujer” en tacones y señalando con un círculo azul aspectos técnicos de los codos, la rodilla, las pisadas, los giros. Y diciendo cosas que a mí nunca me había explicado Gastón en las clases. Y allí estaba Yoel bailando como bailaba mi mamá. Hice una conexión directa. Me dije: Eso que estoy viendo es cómo baila mi mamá, pero no cómo la gente a mi alrededor baila. ¿Qué es eso?
DL: Entonces, como cubano diaspórico que intentaba acercarse a su cultura, ¿por qué fue importante para ti acercarte al casino? ¿Por qué no a la pelota, por ejemplo?
RS: Por dos razones: porque vengo de una familia de músicos de música cubana reconocidos, empezando por mi abuelo que era baterista de orquesta; mi papá también fue baterista. Mi hermano mayor fue timbal de Bamboleo con 17 años. Yo siempre estuve directamente conectado con la música cubana y con la cultura del baile a través de mi mamá. Mi mamá fue Guarachera de Regla, casinera y siempre quiso que yo bailara. También mi mamá tocó el piano.
Mi relación con el arte cubano relacionado a la música y el baile siempre fue muy directa. Hubo una parte de mí que quería demostrarle a mi mamá que también podía aprender a bailar…y demostrarle al resto de mi familia que, aunque yo no me dedicara a la música como tal, me podía dedicar a otra parte de ella, que era la interpretación a través del baile, en este caso.
Esto fue hasta quizás un poco traumático: querer demostrar eso de que yo también era cubano, de que estaba conectado.
DL: Entiendo eso. Tu familia se formó en Cuba, tu hermano mayor también. Sin embargo, tú llegaste a España a los 10 años. Te formaste realmente fuera de Cuba, y eso trae también sus cositas.
RS: Exacto. Desde niño siempre acompañaba a mi papá a los ensayos, a los conciertos. De hecho, yo no salí músico porque le hice un rechazo a la música. Imagínate a un niño de seis o siete años al lado de una batería por tres horas en un ensayo. Para mí eso era muy duro. Me daba ansiedad irme a los ensayos con mi papá. Pero claro: mi conexión era directa.
DL: Sí. No había manera de no hacer algo con eso.
Cuéntame entonces cómo fue que te empezaste a acercar al casino que bailaba tu mamá.
RS: Precisamente fue a través de ese video de Yoel Marrero que te mencioné. Después comencé a leer sus discursos y las discusiones en línea que tenía. Esas discusiones, para mí, que soy más de la rama científica, siempre me resultaron más convincentes, más lógicas en comparación con lo que había en el mercado en aquel entonces.
Yo también en ese entonces estaba asistiendo a congresos de baile. Uno de los que me marcó mucho fue uno de los Cubamemucho2, que fue dónde conocí a Adrián Valdivia. No sabía lo que era la columbia. En ese congreso me acerqué a una gama de bailes cubanos folclóricos que me gustaron mucho y que me abrieron un nuevo horizonte dentro del panorama del baile. Pero aunque me interesó en ese momento, no llegué a profundizar en estos bailes hasta que me encontré con la Fundación, con los objetivos que tenía y lo que quería conseguir, de cómo todo eso iba a ayudar a Cuba, a los cubanos. De cómo nosotros podíamos contribuir a mejorar el mercado. Ese fue el momento donde me dije: Yo he estudiado lo que he estudiado, pero esto me interesa más. Quiero investigar más sobre esto, quiero profesionalizarme más. En realidad el crédito de la determinación mía por esto se lo tengo que dar–en ese momento–a Yoel Marrero y a los objetivos de la Fundación. También, cuando ya me metí dentro, encontré a gente que ya me era conocida, como Eric Turro (que lo conocía de YouTube), a Adrián Valdivia, a quien ya lo había conocido en persona. Eran caras familiares que seguían los mismos intereses míos.
DL: Háblame un poco de por qué te metiste en esta Fundación. ¿Qué estaba pasando alrededor tuyo que te hizo identificarte con los objetivos de la Fundación? ¿Qué veías tú como cubano fuera de Cuba que estaba pasando con tu cultura en el exterior?
RS: Cuando quieres asociarte a algo, a veces buscas un enemigo en común. Y ese enemigo en común en aquel entonces era la salsa en línea. Era lo que estaba de moda. Entonces, esa Fundación fue el primer organismo, el primer grupo de gente, que hablaba sobre el tema abiertamente de una serie de cosas que estaban ocurriendo simultáneamente con la cultura cubana dentro de un mercado ya establecido.
DL: ¿A qué le estabas haciendo rechazo? ¿A qué hubiera otras formas de bailar o a que se estaban colando conceptos salseros dentro del casino?3
RS: Lo segundo. Yo hasta me replanteé bailar salsa en línea en su momento. Como cubano, puedo bailar también otro estilo. De hecho, fui a Benidorm para asistir a uno de los congresos más grandes de salsa en línea que había por Europa en esos momentos. Me pagué todo para ir y conocer a un cubano, que en ese momento era director de un grupo que se llama Tropical Gem, que es uno de los más conocidos de salsa en línea. Yo quería conocerlo en persona (teníamos contactos en común) y quería preguntarle, cara a cara, por qué hacía esto. No te voy a contar la conversación de toda una noche. La respuesta que me dio, muy sucintamente dicho: el dinero.
Entonces, esto no resonaba conmigo. Veía también que se menospreciaba al baile cubano desde ese mundo. Después entendí por qué: era mucho más atractiva la salsa en línea que el casino, cuyo estereotipo es un cubano que te enreda toda con los nudos, la mujer que no está cómoda, donde no hay una belleza artística. De hecho, el cubano que más triunfaba dentro del mercado era aquel que mezclaba esos conceptos, como Seo Fernández, como Maykel Fonts. Entonces, ves a todos esos cubanos acercándose a ese mercado, con un estilo “cubaneado”–por así decirlo–pero no ves casino. Nosotros, los casineros, pertenecíamos a una sociedad baja. Había una discriminación bien grande, incluso de parte de los cubanos que se incorporaron a esta estética.
De manera que, cuando todo esto que se estaba creando a favor del baile social cubano con la Fundación y todo el equipo, me sentí identificado.
DL: Esa fue literalmente mi experiencia. Yo tuve la misma trayectoria tuya. Intenté aprender en Cuba. Le pedí a mi mamá y una de primas que me enseñaran, pero nada salió de eso. Fue cuando llegué a la universidad que empecé a aprender más formalmente.
También en la universidad yo era parte de un grupo que hacía el famoso estilo de Miami. Había otro grupo que hacía salsa en línea. El grupo de nosotros quería hacer lo que el grupo de salsa en línea hacía. Quería meter conceptos de eso dentro de lo que hacíamos. Siempre había esa inferioridad; esa idea de que el casino era solo la rueda, que solo era para divertirse y pasarla bien. No era algo serio. No había técnica, no había nada. Era simplemente para hacer amiguitos.
Encima de eso, iba a los congresos de salsa y no ponían música de ninguna agrupación cubana–cuando en Cuba nosotros escuchamos música bailable de todos los países. Fuera de Cuba, de pronto, me vi completamente aislado. Mi cultura no aparecía en ninguna parte de un congreso que supuestamente era latinoamericano. Encima de eso, tampoco había ningún taller de casino en los congresos de salsa.
También me acuerdo que iba a un lugar que tenía un evento los jueves llamado “Noches habaneras” y no ponían nada de Cuba. Era solo nombre, la idea estereotipada de la Cuba de los 50–y ni eso trataba de replicar porque no había ni atmósfera de esa década. Usaban el nombre para atraer a las personas, apelando a lo que significa “Cuba” en el imaginario estadounidense.4
Entonces, yo venía con ese trauma ya. Y ahí fue donde encontré a Yoel Marrero, una persona que estaba plantando bandera y creando un espacio para el casino. A lo que voy: tiene sentido que los dos hayamos llegado a las mismas conclusiones y a la misma persona porque tuvimos experiencias similares. Y eso es algo que la gente que no conoce tu historia o la mía muchas veces no considera. La Fundación no estaba creando un problema, sino que estaba hablando de un problema que ya existía. Al unirnos a la Fundación, nosotros estábamos reaccionando a ese problema.5
Bueno, como querías conectarte a tu identidad a través del casino y te acercaste a la Fundación porque estaba promulgando esa conexión con lo que se hacía en Cuba, ¿qué tan importante, en tu opinión, es para un instructor de casino que no es cubano estar conectado con la cultura cubana, estar en comunidad con los cubanos? Para enseñar casino, ¿es suficiente tener un conocimiento súper técnico y preciso del baile?
RS: Obvio. Si no, caemos en la apropiación cultural. Eso yo creo que es necesario y casi obligatorio. Si desconectamos el cubano de la cultura cubana en manos de un extranjero, entramos en un problema grandísimo.
Te voy a hacer honesto. Mi foco no estaba allí, pero gracias a las conversaciones que hemos tenido nosotros dos últimamente, he intentado abrir un poco más el campo de visión porque he visto que sí, que puede ser un problema. Y lo está siendo. Lo que pasa es que hay tantos problemas, que al final uno se enfoca en lo que resulta más inmediato.
Entonces, sí: es obligatorio que haya algún tipo de relación con Cuba y con los cubanos, al igual que se esperaría con cualquier otra cultura. Yo eso lo hacía de forma inconsciente, porque para mí es tan normal que haya cubanos en mis eventos. Desde chiquito siempre busqué esa validación. No cabe en mi cabeza que haga, por ejemplo, bachata sin buscar la validación de un dominicano. Como era tan normal para mí, no lo veía como problema. Pero ahora estoy viendo cosas más allá de mi perspectiva, y sí: me estoy dando cuenta que hay un problema con esto.
DL: Si eso es tan importante, ¿cuáles son las consecuencias de no estar en comunidad con los cubanos?
RS: Es la razón por la que estamos haciendo Cubason: para luchar contra esos eventos donde todos se lucran (porque al final es un negocio), en donde se está haciendo un uso de una cultura externa para provecho propio sin ningún tipo de moral, control, cuidado y crédito (que es lo más importante). Creo que de alguna manera tiene que haber alguna influencia de cubanos que se dedican a esto. Al fin y al cabo, es lo que le pertenece al cubano. Como mínimo, el cubano debe estar representado y de alguna manera recibir retribución, ya sea participativa, con algún tipo de ventaja, económica–de algunas de esas formas.
DL: Estoy de acuerdo. Al final, no se concibe, en ningún otro contexto, que esto pase. ¿Puedes pensar en algo que te ha pasado a ti donde has visto lo nocivo de disociar la cultura del baile cubano?
RS: Donde veo que esto es mucho más visible es en países muy desarrollados, como los nórdicos. El ejemplo que más claro me viene es el de Suiza, porque conozco un poco lo que pasa allí. Suiza es el país donde hay más baile en el mundo por metros cuadrados. Es así de chiquito, pero es donde más se baila. Sí: se baila de todo, pero hay un mercado dominante de la famosa salsa en línea. En la parte cubana, no te encuentras a un cubano por todo eso. Y si encuentras a un cubano, es probable que tenga una escuela con una pareja suiza donde se hacen fantasías de bailes cubanos. Ese cubano es una especie de mercenario. Al igual que los otros suizos, este cubano enseña todo, se lucra de todas las maneras posibles. Yo los veo dos veces al año cuando vienen a Mallorca. Son máquinas de hacer dinero esas escuelas–que no son escuelas, son negocios.
La escuela más grande de Suiza se llama Salsa Rica. Es una escuela que tiene cuatro salas gigantescas y cada tres meses se abren seis cursos nuevos en los que cada persona paga al mes $300 y cuando acabas varios cursos (si mal no recuerdo) te dan la opción de que seas profesor del siguiente nuevo curso. Es una descendencia de utilización y malversación de la cultura a unos niveles capitalistas detestables. Si me dijeras que con todo esto se está bailando tremendo casino, se está contribuyendo, se están haciendo viajes a Cuba…pero no. Entras a la escuela, hay en el trasfondo una bandera cubana gigante, todas las clases son de salsa cubana…y no hay solo cubano por todo eso. Nadie dice nada.
Otra cosa que también he reconocido de allí es que ellos utilizan nuestra cultura como una actividad de ocio más. Y esto no lo comprendía hasta que lo entendí. Tú le dices a un suizo: “‘¿El 26 de julio podemos quedar en la noche para bailar cuando yo vaya para allá?” El suizo mira su calendario y te dice: “Ese día yo tengo un partido de tenis a las 11 a.m. Después a la 1:30 tengo remo y a las 3 tengo una sesión de salsa cubana”. O sea, ellos categorizan esto como si fuera otra actividad más. No lo están haciendo desde el acercamiento que tenemos nosotros hacia otras culturas. Para ellos, es tan normal el capitalismo a esos niveles con cualquier tipo de producto foráneo que para ellos una clase de salsa puede ser igual que un partido de tenis, una película en un cine. Lo ponen al mismo nivel. Ahí es donde te das cuenta que a ellos no les interesa siquiera que yo sea cubano. Para ellos (por supuesto, la gran mayoría) hay una disociación por completo.
DL: No sabía eso. Por lo que me estás contando, esto puede ser un extremo de lo que ya está pasando en otros países.
RS: Y no se habla de esto como un problema porque cuando tú lo hablas, volvemos a lo mismo: te estás quejando, eres un tipo frustrado, sin éxito, que si estuvieras haciendo las cosas bien, no estarías hablando de esto.
DL: Y “hacer las cosas bien” es literalmente sostener el sistema que está creando todo este problema. Es decir, cuando la gente te culpa de no “hacer las cosas bien”, lo que realmente te están diciendo es; “No te estás ajustando al sistema que hemos creado para consumir tu cultura de cierta manera”.
RS: “Tú eres el problemático”.
DL: Así mismo. El problema, claro, es el sistema que ellos han creado. Y cuando no te ajustas y quieres plantar bandera y decir: “Mi cultura se respeta”, entonces te tildan de divisivo.
RS: Te anulan porque lo que estás presentando no les conviene.
DL: Así mismo.
A través de toda esta conversación ha salido esta disyuntiva de lo que el mercado está planteando como “cubano”, de lo que nosotros hemos visto y cómo hemos intentado acercarnos más auténticamente a la cultura. Y cómo salió esta alternativa de la Fundación. Eso fue hace casi ya 12 años. La Fundación, si no me equivoco, todavía sigue en pie. Pero está liderada por una persona muy tóxica que muchas veces lo que hace es atrasarnos con sus discursos racistas, homofóbicos, machistas, eurocéntricos, etc.
Entonces, si la respuesta inicial a esto que estaba pasando con la cultura cubana en el extranjero fue la Fundación, y ahora la Fundación es muy problemática, ¿cuál es la alternativa?
RS: Hay que ser capaces de separar la obra del autor. Todas las ideas, como ideas (idealistas, quizás, algunas de ellas) son fantásticas. Tenemos nosotros que quedarnos con eso y de alguna manera crear una línea paralela a esa. Al final, nosotros nos acercamos a eso por afinidad a esas ideas.
La alternativa entonces es Cubason. Y aquí también voy a separar la idea de la persona. Cubason tiene que sustituir como una variante a eso. El que quiera ir por esa línea con esa persona, que vaya adelante. Yo, por desgracia, tengo que validar lo bueno de las ideas, pero no puedo ni validar ni recomendar a la persona porque, como saben cientos de personas, eso es un contrato con el diablo.6
Si al final te preguntas para qué estamos todos aquí, todo se puede reducir a que a todos nos gusta bailar casino. Aunque haya gente que perciba Cubason como una unión de “exiliados” de la Fundación y de todo aquel nuevo que quiera participar en esto y seguir estas metas que tenía la Fundación, el común denominador es que nos gusta bailar casino.
DL: ¿Qué otra alternativa hay para personas no quieren asociarse con YM, pero tampoco quieren asociarse con la gente que en su momento estuvo asociada con YM?
RS: Nosotros no somos los únicos. Hay otros grupos que tienen interés por el baile social cubano, que quieren una mejor relación con Cuba y los cubanos. Hay matices. Yo no puedo negarte que tú quieras acercarte al casino a través de una persona que no sea yo. Ahora, dentro de todo lo que hay en el mercado, digamos que lo que se asemeja más a este tipo de finalidad es lo que muchos de nosotros (los que estaremos en Cubason) compartimos. Por eso nos queremos reunir en un evento, que a su vez es un concepto.
Fuera de esto, recomendaría que la persona vaya a Cuba y que viva la experiencia directamente con cubanos nativos que no tengan ningún tipo de vinculación con el extranjero ni con el producto extranjero.
DL: Es un poco irónico eso, ¿no? “Ve dónde está el cubano que no se ha vinculado con los extranjeros…para que se vincule con los extranjeros”.
RS: [Risas]
DL: Precisamente ahí es donde entra la importancia de estar en comunidad con los cubanos–y de tenerlo como requisito si vas a enseñar nuestros bailes o promoverlos de alguna manera pública. Para mí es importantísimo que los extranjeros estén muy conscientes de las dinámicas de poder que pueden existir cuando se relacionan con los cubanos en Cuba. (Y aquí me viene a la mente lo que se decía mucho en EE.UU. cuando Obama reanudó relaciones con Cuba: “Tengo que ir a Cuba antes de que los americanos jodan todo”.
Por eso es importante el trabajo que hay que hacer desde afuera para que la gente no siga reciclando dinámicas de poder que “jodan todo”.
RS: Por eso la labor de concientizar a la gente para mí es la única herramienta que nosotros tenemos para poder hacer que esto ande. Estamos desamparados en todos los aspectos–legales, económicos. Lo único que tenemos es el poder de concientizar a las personas–y que ellos quieran ser concientizados. Eso es lo que me mueve.
DL: Al final, todo eso es una cuestión ética. Y eso es lo que al final mucha gente no ve porque lo ve como un negocio. Pero es una cuestión ética. Tiene que serlo. Estamos hablando de una cultura que representa un pueblo. Hay que representar eso con dignidad.
Y hablando de este tema, ¿qué ha sido lo más difícil para ti al intentar promover el casino de la manera en que lo haces?
RS: La gente, por intereses personales, no quiere reconocer la existencia de un sistema metodológico. Es una lucha que nosotros estamos batiendo y que es complicada. Cuando dices que posees un sistema metodológico, la gente piensa que un sistema metodológico es la forma en que tú haces las cosas, y que todos tienen una forma particular. La gente no entiende que una forma de hacer las cosas no es un sistema. Entonces lo más difícil de lo que yo hago es que estoy compitiendo en un mercado que no está regulado y, al no estarlo, se reciben muchas críticas cuando dices que las cosas deberían ser de una forma y no de otra. Obvio: yo no estoy compitiendo en un mercado lleno de cubanos donde todos hacen baile empírico y que cada uno está explicando el Dile que no de una manera diferente. Estamos hablando de que lo que prevalece es precisamente un marcaje hacia atrás, un casino que parece una salsa en línea, que es muy estático–es decir, errores más graves.
Estás dentro de un mercado donde hay una competencia bastante desleal–si tenemos que llamarlo de alguna manera–y lo que tú presentas es una alternativa que no le interesa a pocos. Porque entre ellos no hay este tipo de discusiones. Volvemos a lo mismo: eres el malo de la película cuando intentas vender un producto que refleja más la realidad del baile cubano. Eso, tampoco por intereses, conviene–inclusive dentro de los propios cubanos. Esa es la mayor dificultad que sigo teniendo.
Yo cambié mi manera de ver esto: no voy a convencer a todo el mundo, sino que voy a ofrecer, con resultados claros, este producto en el mercado, y el que lo quiera comprar, que lo compre. ¿Quién lo compra? El que realmente tiene un interés más curioso, el que le resuena mejor lo que explico, el que ve los resultados en la gente que yo formo, el que tiene un análisis un poco más crítico. Mi discurso es muy diferente: Yo te voy a enseñar cómo bailan los cubanos…para que bailes con cubanos. De hecho, cubanas casineras que han bailado con alumnos míos me han dado confirmaciones muy positivas de mi trabajo. Eso para mí es un orgullo.
DL: ¿Cómo intentas tú acercarte durante tus clases a la cultura cubana, más allá de la técnica? ¿Hay espacio en tus clases para eso?
RS: Yo les enseño muchos ejemplos a mis alumnos, ejemplos de videos de Para bailar casino que muestren la figura que estamos aprendiendo. Siempre busco una confirmación externa, gráfica–de los cubanos fuera o dentro de Cuba, de gente que ya entendió esto y está bailando como ellos–y la envío enseguida.
También paralelo a esto, yo personalmente vi la necesidad de convertirme en un promotor. Yo vendo un producto. Si no hay un mercado donde no puedas consumirlo, no estamos haciendo nada. Y eso, aunque no lo creas, es más común de lo que parece: gente que se quiere quitar la responsabilidad de crear un espacio para eso.
Yo que vivo en Mallorca, una isla tan chiquita, hago tanta presión aquí que prácticamente–si tuviera que decir las cosas de una forma “egotista”–he matado aquí la salsa en línea. Mi presión con el casino es tan grande que he opacado por completo ese mercado. Aquí cada semana tenemos un evento donde puedes bailar música cubana. Es un ciclo que hay que mantener e intentar incluir siempre a figuras cubanas, inclusive a gente que no hagan las cosas tan bien, pero siempre tener eso de que esto es cubano y tiene que haber cubanos aquí.
DL: ¿A qué te refieres cuando mencionas a los cubanos que no hacen las cosas “tan bien”?
RS: A los cubanos que son una antítesis de lo que yo hago, que están haciendo salsa cubana, timba, etc.7 Yo soy muy inclusivo. Por eso creé un espacio de baile cubano en el que yo invito a todos. Lo que sí intento es cuidar el discurso. Por ejemplo, hace dos semanas, hubo nuestro evento mensual cubano. Invité a un bailarín cubano que es muy bueno en lo suyo. Yo puse en la descripción del evento “Taller de timba (popurrí de pasos libres cubanos)”. Siempre intento dejar claras las cosas, pero tengo que ser inclusivo. Al final, eso conviene a la hora de hacer relaciones y no caer en el fenómeno “yoelista”, donde sólo lo mío es bueno y todo lo demás es malo.
DL: Bueno, esto también retroalimenta, en el sentido que ese cubano que se ha visto, través de su experiencia, forzado (o ha elegido) hacer las cosas que venden más pero que no respetan su cultura, ese cubano puede ver espacios como el tuyo y decir: “Esto se puede hacer. No tengo necesidad de enseñar timba [un baile que no existe en Cuba] cuando esta persona está enseñando casino y mira cómo le funciona”.
Para mí, lo que están haciendo muchos cubanos es sobreviviendo dentro de un mercado que los ha dejado en la periferia. Tenemos que considerar el hecho de que muchos son inmigrantes recientes. No son como tú, que llegaste a España a los 10 y tuviste todo este tiempo para formarte dentro de ese país. Es gente que llega más tarde y tiene que buscar la manera de ganarse la vida como puede. Hay que comer.
Ese es un matiz que quisiera que la gente también tuviera en cuenta. Los consumidores de este producto, a través del capital que tienen, pueden contribuir a que el cubano no se tenga que sentir como que tiene que cambiar las cosas o hacer algo que ellos saben que no se hace en Cuba. (Todos los cubanos que hacen “timba” saben que así no se baila en Cuba el casino.)
Cosas como el “baile de timba” son interpretaciones artísticas, individuales, que están vendiendo usando, como base, los estereotipos que hay de los cubanos. Están vendiendo una idiosincrasia como algo más global. Es decir: “Esta forma que yo interpreto la música es cómo se baila en Cuba”. Y como la persona que está consumiendo esto tampoco está informada y solo conoce los estereotipos (porque no está conectada con la comunidad cubana, porque no tiene amigos cubanos que ve bailando casino), no se da cuenta que estas son interpretaciones individuales y no representaciones de cómo se baila en Cuba. Esa es la otra cara de la moneda que a mí me gusta resaltar mucho: el rol que puede tener una persona informada cuando va a consumir cultura cubana.
RS: La mayoría–por no decirte los únicos–que se atreven a enseñar bailes cubanos a un público extranjero son bailarines. El bailarín sale y se dice: “Con lo que yo hago, ¿qué es lo que puedo hacer?” Y se dan cuenta que la mayoría de las ciudades no tienen grupos ni compañías de baile haciendo espectáculos donde ellos puedan sustituir haciendo lo que hacen. Entonces, miran lo que hay en el mercado, lo que todo el mundo está enseñando: la salsa. Entonces se ponen a enseñar eso porque, como son bailarines, pueden crear la idea de que pueden hacerlo. Se dan cuenta que en Cuba nunca han hecho eso. Nunca un bailador empírico llega a esa conclusión y se pone a hacer eso. Entonces, entre nosotros mismos está esa disyuntiva porque te encuentras, desgraciadamente, una intrusión de una persona que, por necesidad, se lanza a un mercado que desconoce, se pone a hacer lo que siempre ha hecho (que no es cómo se baila socialmente en Cuba).
Todo esto crea una paradoja: el propio cubano, como no sabe hacer bailes sociales (porque eso no fue lo que estudió) se pone a inventar y valida algo que realmente no hay allá (aunque lo vende como “cubano”) y la pelota se hace una bola de nieve que se convierte en una avalancha.
DL: Con eso, quiero regresar a la falta de conexión que hay con la comunidad cubana. Cuando vas a páginas que sí promueven el casino, ves a cubanos comunes y corrientes (no bailarines) que llegan a esas páginas y se ponen a criticar eso mismo que describes. Y te dicen: “Esto sí es casino; no las payasadas que yo veo que se está haciendo”. Se ha normalizado tanto como “cubano” eso que acabas de describir, e irónicamente el cubano no se identifica con eso.8
Pero tienes que estar en comunidad con los cubanos para saber esto y crear los espacios que representen a los cubanos. Mira las páginas de Dile Que NOLA o DC Casineros. Muchos cubanos les dejan comentarios precisamente porque se sienten identificados con lo que están viendo en esos espacios.
Los videos de estos artistas que mencionas, por lo general, no tienen muchos comentarios de cubanos. Sí: hay uno que otro cubano (que no sabe bailar y por ende no sabe lo que está viendo) que te diga: “Ay, mira qué bonito”. Pero generalmente en esos videos están comentando los extranjeros.
RS: Estamos hablando de un producto hecho por personas. Cuando está este factor humano, entran las relaciones interpersonales, de temas emocionales que al fin y al cabo, te das cuenta que puede estar un cubano comentando a favor de eso porque es amigo, o porque se sintió identificado con la canción. Ven su cultura representada de alguna manera.
Pero el que sabe identificar el baile social cubano y ve eso, no se rige por las relaciones interpersonales. Esos son los que te dicen: “Oye, eso no parece cubano”.
Es delicado el tema. Los propios cubanos te dicen que eso no es cubano, pero después hay otros cubanos, que por relaciones con estos artistas, validan lo que están haciendo.
DL: Aquí entra la importancia–y por eso para mí es tan importante tenerlo–de un marco teórico. En cualquier tipo de discusión, siempre va a haber diferentes opiniones. Pero por ejemplo, si yo sé, porque he estudiado, que el feminismo es válido porque hace todas estas cosas para empoderar a las mujeres y crear una sociedad más equitativa, y de pronto viene una mujer a decirme: “El lugar de la mujer es la cocina. Siempre lo ha sido y siempre lo será”, eso ni invalida el feminismo, ni invisibiliza los problemas sistémicos que el feminismo busca reparar–a no ser que tú, a través de la falta de conocimiento de las estructuras de poder que existen en nuestra sociedad, lo invalides e invisibilices.
Otro ejemplo muy vigente: una persona que diga: “Mira al chino este”, pero no sabe si esa persona es de la China. Está hablando desde un estereotipo racista. Otra persona, conociendo que esto es un estereotipo que ha hecho mucho daño, no dice “el chino”, sino “el asiático”. La primera persona, quizá sin darse cuenta (quizá sí es racista) está emitiendo un criterio racista; la otra, que sí ha estudiado esto, entiende el problema sistémico que hay y por qué llamarle a cualquier asiático “chino” es tan problemático.
Estas conversaciones hay que tenerlas. Entonces, vamos a estudiar las cosas como son y vamos a tener un marco teórico para decir: “Esto puede estar muy bonito [dentro de una cosmovisión estética europea y neocolonial], pero mira lo que le está haciendo a la cultura cubana [precisamente porque está enmarcado dentro de una cosmovisión estética europea y neocolonial]”.
RS: Sí. Estamos en esa primera fase ahora, donde precisamente estamos presentando un marco teórico sociocultural (creando conciencia) que hasta ahora no existía.
DL: Bueno, hablemos de Cubason, ese congreso de baila para el bailador de casino que tomará lugar del 8-11 de agosto en Nueva Orleans, y que estás organizando con la ayuda de Dile Que NOLA.
RS: Cubason fue el intento infinito que yo tuve desde que me inserté en la Fundación de crear espacios aquí en Europa para combatir todo esto que hemos hablado. Se lo planteé a YM por muchos años, pero él nunca lo quiso hacer. Fue en el 2019 (el año anterior me había salido de la Fundación) que decidí hacer un encuentro. Originalmente, se llamaba “The Meeting”. La descripción era: “El encuentro de los bailadores amantes de la música y los bailes sociales cubanos”.
Llamé a colegas que compartían esta visión conmigo y que hace tiempo buscaban algo como esto. Compartimos esa primera versión del evento en Mallorca. La idea es que se tuviera una mejor calidad en los talleres, en las herramientas que la gente se llevara; en la que pudiéramos tener música tradicional cubana en vivo.
Era importante también que nos conociéramos. Estamos enseñando un producto que si solo lo vendemos nosotros, la gente se va a preguntar dónde más se puede ir a bailar así, y si no le das una alternativa, se van a un evento de salsa cubana. Y ahí te jodiste porque al final las alianzas y los amiguismos hacen que la gente se olvide que esto también es una cuestión cultural. Tenía que crear Cubason para que todos vieran cuánta gente hay en el mundo haciendo esto.
Cubason lo que viene a traer al mercado es el espacio para esa gente que comparte las ideas de nosotros; que quiere ir a un evento a aprender y a conocer a gente que enseñe de una forma más cercana al baile social cubano que se ve en Cuba. También Cubason es un espacio donde partimos de la cultura y lo que necesitamos para poder preservar el casino–y no desde la parte económica. Al producir este tipo de eventos, nos garantizamos que no vayamos a caer en un Maykel Fonts que nos venda el evento. Como cubanos, nos empoderamos de esta manera.
Otra cosa: cuando me di cuenta que esto se puede convertir en un concepto y que la gente está buscando esto a diestra y siniestra, yo me aislé del concepto de Cubason. Ahora soy simplemente “el conector”–por decirlo de alguna manera. Por eso no me gusta decir que Cubason es mío. Soy otro más. Lo que pasa es que les llevo el carretón a todos. Y lo que traigo en el carretón es lo tuyo, lo mío, y de todos los que quieran contribuir al crecimiento del concepto de Cubason.
DL: Tanto Julio Montero como Nicole Goldin me han dicho que lo que aprecian de Cubason es que es un espacio para el bailador. Háblame un poco de eso.
RS: Todo los que asisten a festivales (cubanos o no) en algún momento se dan cuenta que estos espacios se han convertido en un lugar donde aquellos que aspiran a más (e.g. a ser bailarines con 40 años) están en comunidad con otros que aspiran igual y se crea un morbo donde la euforia es tan grande que eso es lo que prevalece en estos eventos. Nos olvidamos que la final lo que estamos haciendo es bailar casino; que hay gente que lo que quiere es compartir con otros bailadores de a pie, bailar el mismo lenguaje cubano y aprender a poder aprender y mejorar cómo bailamos más auténticamente. ¿Qué pasa? La exitación y la euforia de muchos festivales conllevan a la creación de subproductos adulterados que se venden como cubanos (e.g. “taller de timba con guaguancó”, “casino con afro”), que no sirven sino para hacer un show…que nunca vas a hacer.
Cubason es un evento para bailadores. Para el bailador que solo busca disfrutar del baile en sí (no de la visibilidad que pueda tener), no hay en el mercado eventos así. Y sí: en los bailables de todos los lugares te puedes encontrar casineros, pero ellos son como nosotros: van a esos eventos porque no hay otra alternativa.
DL: Hablaste de “subproductos adulterados”. Quiero matizar eso, no para hablar del baile de “timba” ni nada de eso, sino porque sí es real que la mayoría de la gente que va a enseñar casino en Cubason ha pasado por el MCC para aprender el casino, que es la creación de YM. Personalmente he visto que, si no estás velando las cosas, el puro enfoque en la técnica puede crear un bailador que está tan enfocado en la técnica en sí que termina completamente desligado de la cultura cubana. Que hasta te llega a decir (como me han dicho a mí): “En Cuba, la gente no sabe enseñar casino”. Esto me confundió mucho porque, por décadas, el casino se ha transmitido perfectamente bien de manera empírica dentro de Cuba.
RS: Una confesión: yo he sido de los que ha dicho esto. Anteriormente, yo mismo he divulgado esa idea.
DL: Y ese es precisamente el problema que puede tener trabajar con el MCC sin conciencia cultural: te puede crear una idea errónea de lo que es el casino auténtico, precisamente porque muchos lo ven como un método totalitario y no una forma de acercarse a la cultura cubana. Puede ser, de hecho, una manera hasta de alejarse de la cultura.
Dado todo este preámbulo, ¿cómo nos aseguramos de que en Cubason no se está creando un “subproducto adulterado” de la cultura cubana?
RS: Primero tenemos que entender que el MCC no es más que un conjunto de herramientas que te llevan del punto A al B de la forma más corta posible con la mayoría de los problemas que ocurren en el baile ya resueltos. Pero es eso: un conjunto de herramientas. Lo que pasa es que no debemos negarnos nunca a algo que, como herramienta, mejora la pedagogía. Eso sería caer en lo contrario, como lo podría hacer una persona que, después de haber bailado por 20 años, dice que no necesita nada.
Sea MCC, sea CCC, sea MMM en el futuro, todo lo que me pueda mejorar y describir el fenómeno real, lo debemos usar. Si lo contextualizamos dentro del mercado de la enseñanza, estamos obligados a acercarnos a ello. Esta perspectiva la tienen más los de la parte de ciencia que los de la parte artística, quienes se enfocan más en sus vivencias. El MCC te acerca al casino a través de un conjunto de herramientas técnicas. El fenómeno final–el casino–puede contener eso, pero también no. El MCC no acapara individualidades que ocurren en el baile de forma espontánea. Es un producto que responde a una cultura y esa cultura cambia. Tú puedes llegar con una caja de herramientas a intentar bailar, pero al hacerlo, te encuentras con más cosas. La caja de herramientas no es el fin. Lo que sí esta caja te da es la comprensión del fenómeno. Esto es lo que la gente tiene que entender: hasta entonces, nadie podía explicar el fenómeno. Hay una aproximación a la estructura del baile que es necesaria conocer; más allá de eso, hay muchas cosas más: conceptos a nivel estilísticos, musicales–cosas que hacen también al casino.
El MCC no es el fin; es una herramienta que te ayuda a comprender la estructura del baile y la técnica. Y que uno, como instructor de baile social (no como bailador, el bailador no requiere esto) es tu deber (moral, profesional, ético) tener la mayor cantidad de herramientas posibles que describan el fenómeno real del baile, lo más preciso posible. Obvio: nunca te vas a acercar completamente porque la realidad del baile está sujeta a las experiencias individuales de cada bailador.
DL: ¿Cómo Cubason se está asegurando de proveer esa caja de herramientas, sí, pero…aquí también está la cultura cubana? Porque si lo único que hacemos es dar la caja de herramientas, estamos haciendo lo mismo que los otros eventos donde ponen una bandera cubana gigante en el trasfondo y ya: eso es cultura.
RS: En primer lugar, porque en Cubason no damos espacio a productos que no pertenecen a la cultura cubana de ninguna manera. No creamos talleres de cosas que no existen en Cuba. Ahora: sí damos espacio a talleres como el de estilo para mujeres, pero se hace siempre intentando tocar esos puntos que la herramienta no te da. En segundo, creando talleres específicos de diferentes géneros del baile social cubano: los de son, danzón, son montuno. Talleres donde hablemos de otros aspectos que son importantes para el bailador, como la musicalidad, que son vinculantes con la cultura cubana y la historia de la música cubana (aunque en Cuba no se hable mucho de esto). En tercer lugar, cada clase intenta contextualizar lo que imparte, para que la gente, cuando vaya a Cuba, lo haga con una mejor idea del contexto cultural y social. Sales de Cubason sabiendo que lo que estás haciendo forma parte de una cultura, que ocurre por circunstancias concretas (por ejemplo, el taller que vamos a hacer de conga santiaguera). En cuarto lugar: estamos haciendo un llamamiento a los cubanos. Es necesarios que los mismos cubanos validen el contenido y al experiencia del evento. Esto hace a Cubason diferente de lo que hay fuera.
DL: ¿Cómo exhorta Cubason a los asistentes a estar en comunidad con los cubanos?
RS: Una de las cosas que vamos a hacer son los paneles. En ellos, vamos a exponer conversaciones de este tipo, donde invitemos e incentivemos a la gente a crear conciencia sobre lo que está pasando en el mercado actualmente, lo bueno y lo malo que está ocurriendo, sobre cómo los líderes de los grupos de bailes cubanos pueden regresar a sus comunidades e implementar un nuevo discurso y una nueva manera de acercarse a la cultura cubana a través de sus academias. Para mí, es lo más inmediato y lo más necesario. La gente sabe que en los talleres aprenderá sobre el baile, pero sobre la cultura se aprende hablando sobre la cultura; creando espacios donde se hable, se ayude y se generen estrategias sobre cómo acercarse más éticamente a la cultura cubana.
La idea es que estas cosas ayuden a las personas que están liderando sus comunidades e inconscientemente están cayendo en esos errores de malversación de la cultura, de apropiación cultural. Yo parto siempre de la base de que esto se hace desde una inconsciencia.
DL: Sí. Lo nocivo de estos problemas es que lo sistémico es invisible.
RS: La cuestión es que estos problemas se han planteado por una persona muy tóxica de formas incorrectas. Ahora tendremos un espacio donde hay cubanos (plural), que no tienen ningún tipo de vinculación con este señor, donde van a hablar sobre estos problemas. Ahora, puede que haya desacuerdos. Lo que nosotros queremos hacer es exponer el problema y estrategias para solucionarlo. No queremos señalar a nadie; no vamos a cortar cabezas al evento.
DL: Claro. Y de hecho, tú y yo no concordamos en todo. Aún cuando hay personas que están bien ligadas a una meta, existen discrepancias. Y eso está bien. Eso es lo que quiero que la gente vea: hay diferentes formas de pensar lo mismo, siempre y cuando estemos todos tirando el mismo carretón.
Para mí, que también estoy ayudando con la organización del evento, lo más importante es lo empoderado que está el cubano aquí. Tú dices que no eres el líder, pero es tu idea. Eso importa. Tu posicionalidad como cubano te ha dejado ver y experimentar cosas en carne propia que no tuviera el mismo efecto si a otra persona le ocurriera. Y has tomado decisiones, por ende, que reflejan esa experiencia que otra persona, de nuevo, aunque puede experimentar lo mismo, pero no le llega igual porque no es su identidad, no es su cultura.
RS: La línea de sucesos que me lleva a esto es: como cubano me sentí identificado con mi producto orgánico (el baile de casino); cuando me inserto en el mercado a hacerlo, me encuentro que soy el único que está haciendo las cosas de una forma auténtica; me encuentro que no hay un mercado donde nosotros como bailadores podamos consumirlo; entonces yo tengo que hacerme promotor, crear un espacio local para hacerlo; a la vez, esto requiere internacionalizar la idea para que otras comunidad vean que existe la posibilidad de, de forma auténtica, llevarle el producto a la gente, acercándose siempre a la cultura cubana.
Todo esto–tanto los problemas, como la idea–se puede reflejar en un espacio como Cubason. Cubason nace de la experiencia de un cubano, insertado en el mercado, frustrado por su experiencia dentro de este, y que necesita crear conciencia. Muchos de nosotros nos vemos reflejados en esa idea, y por eso vamos a Cubason.
DL: Y aquí también entra esto que hablaba de las dinámicas de poder. El que va a Cubason, no va a consumir su idea del baile cubano. Sino que va a Cubason a que el cubano le diga: “Esto es cubano, esto es lo mío. Aquí yo soy el que manda porque esta es mi cultura”. Y eso es muy importante.
Claramente, eso va a crearles a muchas personas incomodidad porque se ha normalizado tanto el silencio del cubano, que el extranjero venga imponer lo que debería ser la cultura cubana. Son los extranjeros los que han estado históricamente empoderados en este contexto: son los que van a Cuba con el capital, son los que contratan a los cubanos en Cuba y les dicen lo que ellos quieren que los cubanos enseñen; son los que patrocinan la mayoría de los congresos dentro de Cuba (los congresos en Europa, también, en su mayoría, no están hechos por cubanos).
Se ha normalizado una dinámica de poder donde el extranjero está completamente empoderado y la comodidad del extranjero queda por encima de cómo un cubano se puede sentir.
En Cubason lo que estamos diciendo es: “Ahora nosotros vamos a hablar. Esta es nuestra cultura. Y si te hace sentir incómodo, está bien. Acoge esa incomodidad. Si no eres cubano, eso es parte del crecimiento que tienes que hacer como persona si realmente quieres estar en comunidad con nosotros y fomentar nuestros bailes”.
Ese espacio, donde esa dinámica exista, no existe fuera de Cubason–por lo menos hasta donde yo conozco las cosas.
RS: Cubason es la respuesta de lo que está pasando en el mercado. De otra manera, no existiría Cubason.
DL: Correcto.
Ahora, Cubason no es solamente un ejemplo de cómo luce un espacio para el bailador de casino cuando un cubano lo crea; también es un súper ejemplo de cómo las personas que no son cubanas se pueden aliar con los cubanos para crear estos espacios. Háblame un poco sobre qué ha significado para ti lo que ha sido poder trabajar con Dile Que NOLA para organizar Cubason en Nueva Orleans este 8 de agosto.
RS: Por la falta de capital humano para hacer esto, siempre me he visto en la necesidad de observar quienes son los representantes más fidedignos de la cultura cubana, más allá de ser cubanos o no. Entonces, comunidades como la de Dile Que NOLA, así como la de DC Casineros, me dan esperanzas de que no es una lucha que está perdida, que no es una cosa de los cubanos contra el mundo.
Sí se pueden generar alianzas con gente que no es cubana que por una elevación de conciencia superior al resto son capaces de entender que esto es un problema, que hay que contribuir a que esto no continúe pasando, ayudando de diferentes maneras. En el caso de Dile Que NOLA, ellos son una organización sin fines de lucro que no se rige por un mercado. Aliados como ellos son casi imprescindibles en momentos como estos. Si hablamos del mercado estadounidense, hoy en día no hay comunidades más contribuyentes a esta misión como las de Dile Que NOLA y DC Casineros. Es importante que nosotros nos asociemos y que ellos nos enseñen y nos ayuden en este proceso porque lo están haciendo con un nivel de éxito y de visibilidad y de ética tremendos.
DL: Para concluir, ¿cuál es la parte más difícil y cuál es la más gratificante de organizar un evento como Cubason?
RS: Mira, a mí se me ha caído el pelo. En el primer evento perdí parte de mi barba. Hacer algo así es muy estresante porque estás haciendo un producto económico, pero con un trasfondo diferente. Estás yendo en contra de la marea.
Más allá de los talleres y las fiestas, hay un objetivo y una finalidad muy diferentes. Siempre se lo digo a la gente: a mí no me interesa que esto me dé dinero; a mí lo que me interesa es que esto se vea y exista porque es necesario. Si nos disociamos completamente de esto, en veinte años perdemos el baile social cubano fuera de Cuba porque no habrá un lugar donde se genere.
Todo esto se hace desde el amor por la cultura, no por una cuestión económica. No hay nada más hermoso que ahogarse en este proceso económico para en un final emerger de nuevo y poder dar voz a estos problemas de los que hablamos e intentar crear soluciones y estrategias.
Soluciones y estrategias que empoderen y le devuelvan su cultura al cubano.
Ahí es dónde reside el valor de Cubason.
Notas
- Para entender por qué Ramsés dice que comenzó con “salsa cubana” y no casino, es importante comprender la diferencia. De esto he escrito a fondo en este artículo. ↩︎
- Los congresos de Cubamemucho fueron donde los artistas cubanos realmente alcanzaron fama internacional. Después del éxito que fue el show “Para bailar casino”, muchos cubanos que allí se exhibieron, como Yanek Revilla and Diana Rodríguez y Roynet Pérez, terminaron enseñando también en Cubamemucho. Este congreso fue instrumental en la promoción de la cultura danzaria cubana en Europa. ↩︎
- El casino no es un estilo de bailar salsa. Para un artículo que explica esto con más detalles, haz clic aquí. ↩︎
- Para más sobre la percepción de Cuba en el imaginario estadounidense, haz clic aquí. ↩︎
- Rasgos positivos aparte, con el paso del tiempo, la Fundación comenzó a tener problemas graves, mayormente creados por YM, lo que contribuyó a que yo me alejara, así como lo hizo Ramsés en su momento. Para más sobre esto, haz clic aquí. ↩︎
- Ver nota #5 ↩︎
- Sobre las diferencias entre la salsa cubana y el casino, ver nota #1. Sobre el supuesto baile de “timba”, haz clic aquí. ↩︎
- Para ver ejemplos concretos de esto y una discusión más a fondo sobre el fenómeno, haz clic aquí. ↩︎
SOBRE RAMSÉS SARIOL
Ramsés Sariol nació y creció en Cuba y ahora reside en Mallorca, España. Tiene más de 10 años de experiencia enseñando Casino y Son Cubano alrededor del mundo, principalmente en Europa. Visita comunidades que preservan las tradiciones originales de la danza cubana. Sus talleres son conocidos por ser experiencias de aprendizaje altamente técnicas y profundas.


Si entiendo bien, Cubasón es mas que evento anual, si no tambien método de Ramses de baile de casino y organización para promover los intereses de bailes sociales cubano.
¿Cómo se responsabilizá Cubasón en asegurarse que no se delinié en sus enseñanzas? ¿Se comunican con algun grupo en Cuba de cubanos de tamaño é influenza bastante cual pueda opinar sobre sus prácticas sin perjudicar sus conecciones en el estranjero?
Porque, al fin del cabo, muchos (si no todos) de Cubasón no son cubanos (viviendo en Cuba), si no Cubano *** (Americano, Europeo, etc.), y por mi experiencia, mientras pasa el tiempo, se asumen habitos, opiniones, y pensamientos (conscientemente o no), que no van ha ser iguales de los que viven en la isla.