Como te podrá decir cualquier mujer que ha caminado por las calles de La Habana y ha tenido que lidiar con “piropos”, uno de los aspectos más ubicuos de la cultura y sociedad cubanas es el machismo. La Real Academia Española define el machismo como una “actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres”. La definición secundaria que tiene—“forma de sexismo caracterizada por la prevalencia del varón”—matiza un poco mejor, en mi opinión, las jerarquías de poder—y los efectos—que surgen del machismo.
Los bailes no emergen por sí solos, sino que son productos sociales y culturales. Y como muchos aspectos de la cultura y sociedad cubanas, el baile de casino no ha escapado los efectos del machismo. Intencionalmente o no, muchos cubanos que promueven y/o enseñan este baile y que crecieron en Cuba imparten ciertas tendencias, creencias e idiosincrasias a sus alumnos. Y desafortunadamente, varias de ellas tienen sus raíces en el machismo.
Lo que voy a intentar hacer con esta entrega es escudriñar algunas de estas creencias y prácticas que algunos—no todos—instructores y bailadores cubanos tienen en tanto a los roles del hombre y la mujer dentro del baile de casino, puesto que en varias instancias éstas reflejan el machismo de la cultura en la que crecieron y se criaron. Al hacer esto, busco cuestionar y crear conciencia con respecto a algunas prácticas/perspectivas que quizá estemos tomando por dadas como parte del baile de casino, pero que en realidad están contribuyendo a un ambiente de sexismo y masculinidad tóxica que terminan excluyendo y alejando a un buen número de personas.
Tras el movimiento social de “Yo también” (metoo) https://elpais.com/internacional/2017/12/23/actualidad/1514057371_076739.html y toda la conciencia que está creando acerca del sexismo en nuestras sociedades, creo que esta entrega no solo es oportuna, sino que también es una que hacía falta, ya que debido a que el baile es punto de diversión, conversaciones de este tipo le pueden poner un tapón a la “gozadera”.
Sin más, aquí les dejo algunos de los efectos dañinos que la cultura machista ha tenido en el baile del casino. Esta lista no es para nada extensiva. Siéntanse libres de agregar otros ejemplos de estas creencias/prácticas machistas dentro del casino—o algo que hayan visto o escuchado de otras personas—en la sección para comentarios.
Muchos casineros—entre ellos muchos cubanos—creen con firmeza que la figura predominante en el casino debe ser el hombre. Creen que, cuando la gente ve a una pareja bailar casino, es el hombre el que debe saltar a los ojos de los que miran. Ellos—los hombres—son lo que dictan las figuras que se realizan, los que hacen los juegos de pies y los trucos. Las mujeres, por su parte, sirven de adornos cuyo propósito es asegurarse de que el hombre luzca bien mientras hace lo que él quiere hacer.
Examinemos algunos ejemplos de la predominancia de la figura masculina en el casino.
Noten en este video cómo Roynet—el casinero—reluce mucho más que su pareja de baile:
Este es Carlos Sánchez, un instructor cubano. Sé con certidumbre que él comparte esta mentalidad de que las mujeres solo sirven para adornar el baile del hombre, pues él mismo ha expresado esto en Facebook.
Este señor parece que está bailando consigo mismo—y ni mencionar cómo (mal)trata a su pareja de baile:
Este video es mi favorito: la mujer sale del marco y el hombre comienza a hacer un solo de baile porque, bueno, un hombre tiene que lucirse, ¿no?
Ahora, algunos de ustedes, al ver este último video, quizá estén diciendo: “Pero él estaba bailando rumba columbia. La columbia la bailan solo los hombres”.
¿Y no es esto exactamente lo que he venido diciendo en cuanto al machismo en Cuba?
La rumba columbia es un producto de este machismo cubano dañino: un baile cuya premisa es negarles acceso a las mujeres a que lo bailen. Y sí: hay una que otra mujer que hoy día que se aventura a bailar columbia, pese a sus “reglas”; pero ésta no es la norma.
En conjunción, estos videos muestran otra creencia a la que un buen número de casineros se aferran: las mujeres no solo están allí para adornar el baile del hombre, sino que también sirven para mantener el paso mientras los hombres se lucen. En efecto, si un hombre se va a lucir y va a hacer un juego de pies con sus pasos, el hombre generalmente termina perdiendo el conteo de los pasos. Es la tarea de la mujer, entonces, no solo dejar que el hombre se luzca, sino también asegurarse de que cuando éste termine, regrese al conteo con el que originalmente estaba bailando. Percátense en el siguiente video cómo el hombre da vueltas y se luces—y en el proceso pierde el conteo de sus pasos. La mujer, por su parte, se mantiene marcando de manera estable. Entonces, para regresar al baile de pareja, el hombre mira hacia abajo, a lo que está haciendo la mujer y utiliza esto para retomar la conexión que tenían.
Así que: mujeres en el casino: dejen que el hombre reluzca como un ave real hasta que decida regresar a ti. Y cuando lo haga, tienes que estar allí, habiendo mantenido el paso todo ese tiempo y esperándolo. (Y de nuevo: esto no lo digo yo. Esto lo dicen—y creen firmemente—varios instructores que enseñan casino).
Claramente que esto es una receta para una relación destinada al fracaso. Y no debe sorprender que muchas mujeres dejan de bailar casino debido a toda esta pasividad en tanto a la mujer que se puede tan claramente percibir con muchos de estos instructores. Personalmente, he dialogado con muchas cubanas (y mujeres que no lo son) quienes, habiendo comenzado con el casino, lo dejaron por la salsa en línea porque es allí donde disfrutan de una más grande libertad de expresión.
Esta mentalidad que pone al hombre en primer plano se puede vislumbrar también a través de algunas de las metáforas usadas por algunos instructores de casino—yo también tengo la culpa de haberlas usado, en su momento—al explicarles a los principiantes las bases de cómo se baila el casino. Algunos ejemplos son:
- El hombre es la Tierra y la mujer es su luna.
- El hombre es el Sol y la mujer la Tierra.
- El hombre es el centro y la mujer, quien debe caminar alrededor del hombre, la periferia.
Todas estas metáforas tienen la misma cosa en común: todo se revuelve alrededor del hombre.
¿Y qué mejor ejemplo de esto que el reconocido tornillo? ¿No es el tornillo sino un movimiento en el cual la mujer camina alrededor del hombre mientras que este progresivamente se agacha hasta que queda paralelo al suelo? Veamos un ejemplo:
Y sí: las mujeres pueden hacer tornillos. (Si le das para atrás al video, podrás ver a la mujer haciéndolo también). Pero aún cuando los tornillos no son exclusivamente para los hombres, los tornillos de las mujeres no son tan orgánicos como los de su contraparte masculino. En efecto, no hay ningún tipo de señal orgánica que el hombre le pueda dar a la mujer para que haga su tornillo; de manera que en el baile social, cuando la mujer hace un tornillo, casi siempre termina siendo como una sorpresa.
Aunque no es común, en la comunidad de bailes cubanos podrán ver una que otra vez a un hombre bailando con más de una mujer. Veamos un par de ejemplos:
Con dos mujeres:
Con tres mujeres:
Bailar con dos o más mujeres se considera una proeza de destreza para los hombres. Los hombres se llevan todo el crédito al mostrar que tienen la sincronización necesaria para poder llevar, no a una, sino con dos o más mujeres al mismo tiempo. Es el sueño erótico (wet dream) de todo machista: el poder estar con varias mujeres a la vez. En este caso, no importa que las mismas mujeres tienes que mostrar creatividad y flexibilidad para no tropezarse entre sí, y una gran labor de improvisación. El hombre se lleva todo el crédito mientras que las mujeres lo ayudan a lucirse; ellas no son sino adornos.
Y aún en esas raras ocasiones donde hay dos hombres bailando con una mujer, el crédito típicamente se lo llevan los hombres por ser lo suficientemente sincronizados para lograrlo.
El machismo no solamente afecta a las mujeres. Sus efectos también se extienden a cualquier hombre que no encaja dentro de las prácticas y normas sociales y conductales de lo que constituye la masculinidad dentro de la isla de Cuba—un constructo profundamente arraigado a la construcción de la Revolución. En una entrevista que la hicieron a Fidel Castro en 1965, éste dijo: “Nunca hemos creído que un homosexual pueda personificar las condiciones y requisitos de conducta que nos permitan considerarlo un verdadero revolucionario. Una desviación de esa naturaleza choca con el concepto que tenemos de lo que debe ser un militante comunista”. Desde el 65 hasta el 68, el gobierno cubano envió a los homosexuales, entre otras personas que consideraba disidentes del gobierno, a campos de trabajo forzado (entiéndanse “de concentración”) bajo el nombre de “Unidad Militar de Ayuda a la Producción” (UMAP). A los hombres homosexuales se les enviaba aquí para convertirlos, para castigarlos y para disuadirlos.
Con este dogma que les cerró las puertas de la sociedad cubana a los homosexuales, no es de extrañar que algo se esto se haya filtrado en el baile de casino, el cual es mayor que la Revolución por solo tres o cuatro años. En efecto, ver a dos hombres bailando casino—como una pareja, no individualmente haciendo pasos sincronizados—en eventos de bailes cubanos es muy raro. ¿Y en show? Todavía tengo que verlo. (Si encuentras un video, por favor envíamelo).
El dogma de la revolución cubana del revolucionario fuerte y viril, o el “hombre nuevo”, como se le llamaba, no dejó espacio para nada más. En el baile, esto conllevó a lo que ya hemos visto: un baile centrado alrededor del hombre. De más está decir que este baile centrado alrededor del hombre no podía lucir afeminado, carente de hombría. Y si era así, se le llamaba a la persona “amanerado”. Por otra parte, dos mujeres bailando estaba bien. Dos mujeres bailando no le hacen daño al patriarcado. Dos hombres bailando y exhibiendo características “amaneradas” constituyen una amenaza a una sociedad en cuyos cimientos está la premisa que los hombres son superiores a las mujeres.
La homofobia hace que sea bastante difícil que dos hombres heterosexuales se sientan cerca el uno del otro emocionalmente, por lo que hace que sea más difícil ser vulnerable.
Cualquier característica que la sociedad considera “gay”, como el amor, la gentileza, la compasión, compartir con otros en vez de competir con otros, etc., hace que se más difícil que los hombres se desarrollen a plenitud. Por lo tanto, algunos hombres se ven atrapados en un rol machista, pensando así que esto es lo que realmente significa ser hombre.
Esta creencia se encuentra vivita y coleando hoy día. He perdido la cuenta de las veces que he visto a hombres cubanos—y algunas veces a las mujeres—criticar otros hombres porque lucen “amanerados” cuando bailan casino, y utilizan este argumento para desacreditar cómo bailan casino.
Pero no me creas. ¿Puedes tú recordar la última vez que viste dos hombres bailando juntos en un evento de bailes cubanos? Cuando asisto a eventos de bailes no-cubanos, lo veo todo el tiempo. Pero puedo contar con los dedos de una de mis manos las veces que he visto lo mismo en la comunidad de bailes cubanos—y estoy contando las veces que yo he bailando con otros hombres.
Admitámoslo: la comunidad de bailes cubanos (no la gente, sino las prácticas sociales y culturales dentro de las que se desarrolla) no es un lugar muy acogedor para las personas LGBTQ, especialmente los hombres gay.
A forma de conclusión
El casino está, tristemente, integrado histórica y culturalmente a las prácticas y creencias machistas de Cuba. Esto, sin embargo, no significa que el casino es un baile machista. Lo que esta entrega quiere recalcar son algunas de las prácticas y creencias perniciosas que algunas personas que enseñan este baile perpetúan. También ha intentado contextualizar los efectos que puede haber tenido en el baile de casino una ideología descendente que le dio rienda suelta a la hipermasculinidad en busca de una nueva y mejor sociedad (¡y cómo fracasó ese experimento!).
Al examinar estas prácticas y creencias más profundamente, y al entender porqué existen (y no digo que lo que he dicho sea definitivo), podemos tomar medidas para crear una comunidad de bailes cubanos más acogedora e igualitaria.
Ciertos aspectos del baile de casino pueden ser sexistas y homofóbicos, sí. Pero esto no significa que el casino es sexista y homofóbico. Estas creencias y prácticas provienen de las personas. Nosotros, las personas, tenemos el poder de cambiarlas, o de seguir perpetuándolas.
Estoy muy de acuerdo con que somos las peronas con nuestras creencias las que tenemos la capacidad de expresar el baile de una manera u otra. Me ha gustado mucho el artículo y sobre todo la contextualización social e histórica, que siempre se acaba influyendo en cómo se desarrollan los bailes.
Yo he tenido suerte de tener profesores cubanos que me han resaltado la importancia de no olvidar que, pese a que el hombre lidera el baile y propone figuras, lo debe hacer con el fin de que la mujer se luzca. De esa manera nunca se pierde la perspectiva de que haya conexión en el baile, de que vamos acompasados y disfrutamos los dos a la vez.
Por último, respecto a la homofobia en la comunidad de bailes cubanos, yo creo que no es algo propio solo de ella. Resido en España y no solo no he visto en sociales a hombres bailar en pareja casino, sino tampoco kizomba o bachata; sólo salsa en línea. A mí, personalmente, no es algo que me agrade demasiado visualmente. Pero ese es simplemente mi gusto personal y cuando me ha tocado bailar con hombres en clase (profesores), no he tenido ningún problema en absoluto. Es más, lo he tomado como referencia para comprender mejor los marcajes y calcular la fuerza a emplear.
Y no tendría ningún problema en que fuera algo más común o normalizado en el baile social, ya que ver a dos mujeres bailando es algo que está mucho más normalizado y a nadie le extraña. pero cuesta cambiar las costumbres culturales…
Muchas gracias por este artículo 🙂
Como bien dices, el baile, como elemento cultural humano que es, no es independiente del entorno en el que reside, ni de las personas que lo viven.
Lo que hace que, por desgracia, el baile no esté en absoluto libre de sexismo.
Pero si vamos a hablar de sexismo, en mi opinión, conviene que hagamos previamente una aclaración: Los géneros sociosexuales. Performatividad de género, que se ha dado en llamar últimamente. El passing. Es decir, el género que una persona cree que te corresponde debido a tu aspecto (longitud del cabello, presencia de vello facial, maquillaje, pendientes, ropa, etc.)
A las Instituciones proesclavistas -Inditex, Vaticano, etc.- les viene muy bien, y por lo tanto lo fomentan sin descanso, el binarismo de género -esto es, que “para ser una persona sana <> del género mujer o del género varón”-.
Pero el baile, como actividad antropológica consistente en la expresión y comunicación corporal de emociones, inquietudes, etc., no entiende de sexos. Es El Sistema quien nos lleva a esa discriminación.
Necesitamos romper los roles. Los sociosexuales, en todo sus ámbitos. Que no importe el aspecto de las personas, ni con quien baila o deja de bailar, ni si baila como leader o como follower. El sexismo debe desaparecer de las canciones. Y la cultura de la discriminación -incitación a la violación inclusive- debe ser erradicada de esta pasión nuestra.
Estoy de acuerdo con lo que dices del machismo que se vislumbra en el casino así como también en otros bailes. El casino es un baile de dos personas y debe existir una conexión entre ellas. A veces se puede ver hombres que bailan solos, desconectados completamente de su pareja. Lo mismo considero que se aplica a la marca que, a mi entender, debe ser sutil y con ello me refiero a que el hombre debe proponer un paso o figura y la mujer, entendiendo la marca, decidir si la sigue o no. Me refiero por ejemplo a los casos en que el hombre gira (literalmente) a la mujer con su brazo, en un movimiento de por sí brusco, en lugar de realizar la marca y acompañar el giro de la mujer sirviendo su mano como simple punto de guía. De otra forma, se le quita la posibilidad a la mujer de poder realizar una contra-propuesta, como por ejemplo decidir no girar o girar hacia el otro lado.
Muy oportuno, lúcido, acertadísimo artículo. no sólamente corren tiempos que nos fuerzan a entender que la división estricta de roles es una barrera con poco fundamento, un instrumento de desigualdad, de opresión, de emprisionamiento cultural, cognitivo, socioeconómico, un síntoma por excelencia de la necesidad ineludible de las culturas de mantener y pujar por sistemas abiertos que permitan el cambio, dada su ineludible, intrínseca imperfección, síntoma también del peligro del esencialismo, tema que sé captura tu atención (hay sugerente evidencia de las ciencias antropológicas y evolutivas de que el machismo no es ni un biological given, y de que, en todo caso, hay estructuras y factores de presión contextuales, ecológicos, epigenéticos que pueden neutralizarlo).
Pero, ¡Ay Daybert!, qué adelantado a tu tiempo y a tu cultura. Mucho me temo, y me gustaría estar equivocado, que este tipo de mensajes se salen de los frameworks que pueden entender y apreciar mentes encarceladas por la ceguera del monoculturalismo, el monolingualismo, en suma de una vida entera sin cuestionamiento, sin pensamiento crítico, sin la confrontación con y la apertura hacia otros mundos. Yo me hallo en ascuas al intentar hablar de sexualidad con compatriotas venezolanos. Después de muchos años en varios países europeos y asiáticos, en Australia… después de estudiar científicamente la relación entre género lingüístico y género sociocognitivo en el centro de investigación más puntero y revolucionario en estudios empíricos de psicolingüística, tal vez sobre todo después de estrellarme tanto y tan profundamente contra una miríada de prejuicios propios viajando por el mundo, se me olvida lo estrecho y repudiable de las conceptualizaciones y preceptos comunicativos en torno a la virilidad, la orientación sexual, el género social y demás en las sociedades caribeñas.
Sólo me queda añadir una anécdota y una reflexión. Una mujer cubano-española que conocí en Madrid, profesora de bailes, no sólo cubanos sino también de salsa, bachata, kizomba, me explicó en detalle su apreciación del baile de casino y del MCC. Me llamó la atención su posición que resumiendo era que el baile de casino es esencialmente frustrante y opresor para la mujer, y el MCC ejemplifica la desfocalización y sumisión de la mujer. Ella abogaba y sigue abogando según creo por un baile de casino más sueltos, donde la mujer hace de follower pero está suelta más rato. También hablaba de rechazar y frustrar ciertas guías sin interés para la mujer mediante reacción explícita corporal o con la palabra. Desde un principio empaticé con su apreciación, España si algo tiene es feminismo radical en el sentido positivo y etimológico de “de raíz, yendo a la base profunda de las cosas” del que uno no puede sino impregnarse con humildad. En la pista de baile me pasa de vez en cuando que la corporalidad de una mujer que está haciendo de follower me indica por donde ir o no, qué pasos promover o no, y en algunos contados casos es literalmente el follower quien inicia o redirige una secuencia o un cambio de tiempo. Me parece que la fluidez del código tiene aspectos interesantes que merecen ser explorados. No obstante creo que se queda corta pues la asignación estructural se mantiene. Yo creo que el estado de cosas ideal sería que todos bailaramos ambos roles e integraramos pasos estructurales específicamente diseñados para instigar cambios de rol dentro de una pieza musical, tal y como me han enseñado a hacer los DC casineros que tienen varias variantes para hacer esto. Esto que a mi me parece de sentido común por toda una serie de ventajas, sé honesta y realistamente que es un imposible en la comunidad de bailadores cubanos y filocubanos, con la excepción tal vez de los dirigentes de DC Casineros. Y no son pocas ni insignificantes las ventajas de esta propuesta:
1-duplicación del potencial de la experiencia del fenómeno danzario las posibilidades expresivas, técnicas y musicales y de hecho más que multiplicación por 2, puesto que las estructuras para el cambio introducen nuevos elementos al baile de pareja y a la rueda (tengo ganas de montar mi propia rueda con cambios de rol integrados en las secuencias)
2-Potencialmente enorme beneficio pedagógico a la hora de enseñar y aprender el baile. No de pocos futbolistas he oído que un buen goleador se beneficia de ponerse las botas de portero y viceversa, no pocas veces he oído de un antropólogo que una práctica cultural externa se entiende sumergiéndose en ella de primera mano (y se ha derramado ya mucha tinta interesante con respecto de la relación entre la experiencia empírica, la comprensión teórica y el entendimiento y vivencia de la otredad). Sospecho aunque tal vez me equivoque que este pequeño reajuste estructural, en el que no hay asignación estructural de roles por géneros que en mi visión es un tipo de fluidez del cófigo más profundo que el aumento de espacio para que las mujeres/followers puedan hacer propuestas y contrapropuestas al hombre/leader, podría significar un punto de inflexión tremendo en el que la empatía y la conexión entre bailadores se llevan a un nuevo nivel insospechado de eficiencia, de profundidad.
3-Apertura y multiplicación del atractivo del baile de casino para las mentes y corazones más progresistas, ilustrados y modernos de occidente, especialmente ante la ola de feminismo que arrasa al mundo occidental ahora incluida parte de Latinoamérica en el cono sur y tibiamente en otros sitios.
4-Eliminación de la hostilidad y exclusión sistemática y opresiva de los hombres gays, bisexuales, intersexuales, transgénero, pero también de todos aquellos hombres heterosexuales que incluso si son cisgénero no se identifican con un rol de virilidad inflexible, dominante, arrogante y hostil. Y este punto es para mi importante como hombre gay cis, ni siquiera los pocos hombres gays que han entrado al mundo del casino o del baile latino tienen normalizado el baile entre hombres, como si fuera sintomático de lascividad obscena desviada, como si la sensualidad, y erotismo latente, posible, si bien no obligatorio ni omnipresente, del baile entre hombre y mujer heteros fuese aceptable pero no si ese erotismo cuestiona siquiera indirectamente la norma hetero.
Pero Alas! hoy mismo le hablé a un venezolano de la necesidad de dejar de empeñarse en tener números pares de hombres y mujeres en la rueda de casino que estoy enseñando, de que cada quien escoja rol independientemente de su sexo, y la respuesta me quebró todo atisbo de esperanza en la cultura caribeña: “eso yo no lo puedo aceptar, es una visión demasiado distinta de la vida”
Hello, in this video you can find..dos hombres bailando casino—como una pareja.. https://www.youtube.com/watch?v=LjED-tYK3QU
Bailando casino con mi amigo Javi. No se trata de una demostración pedagógica ni pretende ser un reflejo auténtico del baile de casino. Es meramente recreativo. En España hay mayor tolerancia en mi experiencia a bailar casino entre hombres, pero sigue sin estar del todo normalizado.