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Piensa en la primera clase de casino—o rueda de casino—a la que asististe. Imagina ese día de nuevo. Probablemente, ese día lo que pasó fue lo siguiente: llegaste a la clase, te asignaron una pareja inicial y te enseñaron una figura básica mientras te hacían cambiar de pareja, conociendo a diferentes personas en el proceso. En algún momento la música comenzó a sonar y comenzaste a practicar la figura que te habían enseñado al compás de la canción.

Cuando regresaste la segunda vez, la misma cosa sucedió: en la clase, los pusieron en parejas, les enseñaron una figura o más. La música sonó. Bailaron. Cuando regresaste por tercera vez fue igual que la segunda, la cuarta igual que la tercera; y así sucesivamente. Cada vez que ibas, lo mismo siempre pasaba y, así, todas las semanas aprendías una figura nueva. Eventualmente, tu repertorio de figuras creció a un tamaño que juzgaste suficiente como para finalmente ir a bailar y practicar, fuera de la clase, lo que habías aprendido.

Así que fuiste a un lugar para bailar y le pediste a alguien que bailara contigo. Durante ese primer baile, dos cosas pueden haber pasado: u olvidaste instantáneamente todo lo que te habían enseñado tan pronto como comenzaron a bailar; o todo el baile se enfocó en recordar todas las figuras que te habían enseñado en la clase, de manera que ejecutaste figura tras figura hasta agotar todo lo que habías aprendido.

Y así fue, imagino yo, que comenzó tu trayectoria casinera—y digo esto porque es lo que más he visto suceder con los principiantes. Pero más allá de quizá hacer que te identifiques con esta historia, hice esta pequeña anécdota generalizadora para traer algo a colación: el énfasis que le ponemos a las figuras, ya sea olvidándolas o intentando recordarlas. En efecto, aunque hay diferencias entre lo que pasa en una clase de baile y fuera de ella—en una pista de baile, por ejemplo—la ejecución de las figuras es característico de ambos lugares: vas a la clase a aprenderlas; haces lo que aprendiste en clase fuera de clase, de manera que hay una continuación, una práctica.

Lo que casi nunca ocurre, mientras bailas y repasas las figuras que te han enseñado—como “adiós”, “enchufla”, “setenta”, etc.—es que le prestas atención a la música con la que estás bailando. Y no digo esto a manera de insulto. ¿Por qué deberías prestarle atención a la música? Tus maestros no lo hacen. Lo único que hacen es poner la canción y ya: a hacer figuras; a bailar casino—o “salsa casino” o “salsa cubana”, como he resaltado en este artículo que incorrectamente llaman al baile de casino. A su forma de ver, la música ocupa un plano secundario, de manera que lo que se termina haciendo es bailar por el simple hecho de que la música está sonando.

Lo que significa que lo que no se está haciendo es bailar con la música.

Y al hacer esto nos convertimos en portadores del virus que afecta a la mayoría de los bailadores: figuritis.

Figuritis es un virus danzario que hace que el portador ejecute un número consecutivo de figuras sin prestarle mucha atención a lo que está pasando en la canción, a los arreglos, a la estructura, en fin, a lo que Aaron Copland se refiere en su libro, How to Listen to Músic (Cómo escuchar la música), como “the sheerly musical plane”, o el plano meramente musical.

Este virus es común encontrarlo en la mayoría de las clases de baile y se disemina con facilidad a través de maestros de baile que, conscientemente o no, optan por echar a un lado la importancia de una fundación musical básica a la hora de impartir sus clases.

Aquí les dejo un video del virus de figuritis en acción:

El virus es difícil de detectar al principio. Por ejemplo, ahora mismo te puedes estar preguntando: “¿Cuál es el problema con lo que están haciendo en el video?” Esta es una pregunta común para aquellos que no conocen de la existencia de la figuritis.  Les aseguro, sin embargo, que cuando terminen de leer este artículo y regresen a este mismo video, la detección del virus será obvia. (Ahora bien; no quiero que se me malinterprete; en tanto ejecución de figuras, estos dos casineros son buenísimos. Pero si de prestarle atención a la música se trata—y de eso es lo que quiero hablar—esa es otra historia.)

Las buenas noticias son que este virus se cura fácilmente. Todo lo que uno necesita para diagnosticar y vencerlo es un conocimiento rudimentario de la música con la que bailan—y cuando digo “rudimentario” quiero decir exactamente eso; no necesitas ser músico para entender cómo combatir este virus.

Con este fin, hablemos primero de estructura musical. La música bailable que escuchamos sigue cierta estructura, una fórmula que nos deja reproducir algo. Tomemos, por ejemplo, la conocida fórmula aristotélica que se utiliza para crear una historia:

Inicio—Planteamiento—Nudo—Desenlace—Final

Piensen en las películas románticas. En su mayoría, siguen esta fórmula. La historia comienza, dos personas se conocen y se enamoran. Eventualmente ocurre algo que los divide. Pero al final se dan cuenta que son el uno para el otro y terminan juntos. Tan tan. Ahí termina la película.

De la misma manera, la mayoría de las canciones con las que bailamos casino siguen una fórmula. Generalmente, comienzan con una introducción donde se tocan los instrumentos de una manera relativamente “tranquila”, dejando que la voz del sonero resalga para narrarnos (cantar) una historia sobre algo. En esta canción que sigue, por ejemplo, se puede escuchar la introducción hasta el minuto 2:25.

Lo que pasa después del minuto 2:25 es lo que se conoce como el montuno de la canción. El coro entra y comienza a realizar un llamado y respuesta con el cantante donde el coro repite un estribillo y el cantante improvisa entre estribillos. Lo relativamente “tranquilo” de la introducción es, en este momento, suplantado por algo más agresivo. (Digo “relativamente” porque hay introducciones que no son tan “tranquilas”, pero aun así son más “tranquilas”en relación al montuno que les sigue.)

De igual manera, en esta canción, la introducción ocurre hasta el minuto 1:22. Después de esto, notamos que la banda comienza a tocar con más ahínco. El coro entra en el minuto 1:44. Estamos en la presencia musical del montuno.

Así que, cuando hablamos de la música bailable que usamos para bailar casino (el son montuno y sus subgéneros), podemos hablar de una “fórmula” que caracteriza su estructura y, por ende, lo que pasa en la canción.

La fórmula es bien simple, de hecho: Introducción—Montuno. (En realidad, la estructura es un poco más complicada; hay otras cosas que pueden suceder en la canción como un solo, una sección de bomba, presión o mambo; la canción misma puede empezar con un poco de montuno. Pero a grandes rasgos, y para no profundizar mucho en esto porque lo que quiero saquen de esto es que la canción tiene una estructura, esto es lo que pasa.)

Pero bueno. Introducción, montuno. ¿Qué tiene que ver eso con el bailador?

A lo que yo respondería: todo. Tiene que verlo todo. Los músicos entienden que hay una diferencia en la manera en que tocan sus instrumentos en cada sección de la canción y se ajustan a eso. Nunca verás a ningún bongosero o timbalero volviéndose loco con los cencerros en el medio de la introducción. No es lo que va.

Los bailadores somos los que nos hemos quedado “detrás de la bola” en ese respecto ya que, cuando padecemos de figuritis, no discriminamos con las figuras que ejecutamos durante la canción. ¿Estamos en la introducción? Pues venga el setenta. ¿El montuno? Pues venga el setenta. Al contrario de los músicos, los bailadores no diferencian qué se puede hacer en cada sección. O, dicho de mejor manera: qué nos pide la canción en cada sección.

Veamos, entonces, cómo podemos derrotar de una vez por todas este virus de figuritis cuando bailamos casino.

Durante la introducción, usa esta sección para “conocer” a tu pareja primero antes de comenzar a hacer figuras más complejas. Comienza en la posición cerrada y juega un poco con los pasos básicos. Muévete alrededor de la pista de baile. Esa es una de las bellezas del casino: no estamos confinados a una línea. Permanece en la posición cerrada tanto como quieras y, cuando salgas de esta, haz cosas simples: además de lo básico y “pasaearte” por la pista, haz figuras cuya ejecución solo requieran ocho conteos, como por ejemplo “encufla”, “ola”, “rodeo”, vacila”, “exhibe”. (Setenta no sería una de esas figuras porque, para ejecutarla, necesitas al menos dos conteos de ocho.) Reitero: no hagas nada complicado, “conoce” a tu pareja porque eso es lo está haciendo la canción: darte a conocer de qué se trata.

Una vez que entre el montuno—y lo sabrás porque oirás al coro entrar—ahora sí es hora de demostrar lo que puedes hacer. Ese es el momento en que, después de haber “conocido” a tu pareja y tantear, con figuras más básicas, su nivel, puedes comenzar a ejecutar figuras no básicas pero no necesariamente avanzadas. Todo depende del nivel de la pareja. (Personalmente, lo que intento crear en el baile es una conversación con la pareja, no un monólogo donde me olvido que estoy bailando con otra persona y comienzo a hacer cosas que yo puedo hacer pero la otra persona no.)

Aquí les dejo un video que ejemplifica lo anteriormente dicho. Musicalmente, el cambio al montuno comienza en el minuto 1:20. En ese momento verán en el video también un cambio en la forma de bailar y las figuras que se ejecutan.

Si siguen estos consejos, verán que podrán bailar con cualquier música bailable que sigue la fórmula del son montuno y sus subgéneros (donde se encuentran la “salsa” y la “timba”): la introducción y el montuno. Y no importará la nacionalidad. Ya sea música de Puerto Rico, Venezuela, Colombia o cualquier otro país latinoamericano, podrás usar estos conceptos aquí expuestos para bailar casino a la vez que notarás cuán más gratificante es bailar con la canción, ajustar lo que haces a lo que hace la canción.

Para mí, esa es una de las mejores partes de bailar: ver qué cosas me lleva la canción a hacer, no cuántas figuras puedo expectorar en el período de tiempo en que transcurre la canción.

La figuritis puede ser derrotada y aquí te estoy dando la cura. Piensa en lo que estás leyendo como una jeringuilla que te estoy ofreciendo, llena de información. Lo que queda ahora es tomar esa jeringuilla en la mano e inyectarte. Si lo haces, en poco verás lo diferente—y mejor—que se sentirá bailar casino, una vez curado de figuritis.

P.D. Regresa al primer video de este artículo. ¿Detectas el caso de figuritis ahora?