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Traducido al español por Omar Salgado

Doy clases de español en la universidad y cada año lo mismo pasa: aunque todos los alumnos han recibido la misma instrucción de mi parte, algunos sobresalen más que otros. Esto es verdad para cualquier clase en cualquier lugar. Verás a gente obtener altas calificaciones; a otros, calificaciones regulares; y luego a otros que no aprobarán—de nuevo: aunque la misma información les haya sido dada.

Lo anterior es para decir esto: la exposición al contenido no necesariamente significa retención del contenido. En otras palabras, sólo porque un instructor o profesor se pare en frente de ti y te enseñe o te muestre cómo hacer algo, no significa que en realidad lo aprenderás y lo aplicarás correctamente en un examen.

También: la gente aprende a diferentes ritmos. Tal vez uno de mis alumnos, dados los obstáculos del semestre, pudo haber aprovechado más si la clase hubiera durado más, si hubiera tenido más tiempo de practicar la gramática antes del examen. En ese sentido, las fechas de los exámenes son muy arbitrarias y regularmente éstos no reflejan las habilidades del estudiante en el lenguaje.

¿Pero qué tiene que ver todo esto en la instrucción del casino?

Bueno, aquí está el meollo: las clases de baile no están exentas de tener asistentes que no retengan lo que se les enseña o que aprendan los mismos conceptos a diferente ritmo. De nuevo, esto es así en cualquier clase.

La diferencia entre las clases de casino y, por decir, las de español que enseño en la universidad es que las primeras no tienen un examen mientras que las segundas, sí. Donde uno no espera, dada la falta de examen, que todos los estudiantes sepan lo mismo al final del curso, las clases más tradicionales que recalcan los exámenes, sí. Es por eso que nadie que aprende casino tiene una calificación o nota. No hay examen. No se espera que pongas a prueba lo que aprendes.

Entonces, en teoría, tu clase de casino no debería sufrir de las adversidades de una clase tradicional que pone a prueba arbitrariamente a los estudiantes por razones de
calendario (por ejemplo, tienes un semestre para aprender los temas).

Teóricamente, no debería haber ningún examen nunca en las clases de casino. No es necesario. Nadie está calificando a nadie. Además, las clases de baile son flexibles la mayoría del tiempo. De hecho, puedes pasar tanto tiempo como desees en cierto nivel (por ejemplo, principiante, intermedio, avanzado), lo cual, por supuesto, también es arbitrario. No es como la escuela donde cada año debes pasar al siguiente nivel con el requisito de aprobar exámenes para avanzar.

Entonces no debería haber exámenes en las clases de casino, pero si te pones a pensar en esto, estás siendo examinado. Pasa así en cada clase. Cada clase (y es lo que he visto generalmente en las clases de casino en la mayoría de lugares), el/los instructor/es esperan que hagas lo que te han enseñado ese día.

Considéralo. Es muy seguro que generalmente tus clases sigan este formato: el instructor pasa la mayor parte del tiempo enseñando una figura; al final, la música suena y haces pareja con alguien más y el instructor llama la figura para que todo mundo la haga el mismo tiempo. Algunas veces, incluso mientras la ejecutas, el instructor te dice qué hacer, qué movimiento sigue después de un anterior.

Estás siendo evaluado. De hecho, tú éxito en este tipo de clases se mide por si llevaste o seguiste adecuadamente la figura que se enseñó ese día.

Pero aquí está el asunto y es donde creo que es un error por parte del instructor: ¡no tiene por qué ser así!

Antes que nada, ¿por qué debería ser de este modo? ¿No hemos dicho que cada persona aprende a un ritmo diferente? ¿No hemos dicho incluso que si has enseñado algo en el día no significa que todos lo han aprendido?

Descartamos las diferencias individuales si todos ejecutan la misma figura al final de la clase. Los instructores ponen una determinada vara con la figura que enseñan y luego, al final de la clase, esperan que todo mundo la alcance al mismo tiempo.

Eso sería para mí como dar a mis estudiantes de español un examen y esperar que todos obtengan la misma calificación. Es absurdo.

De todos modos, por alguna razón esa idea no parece alocada en una clase de baile. Nadie parece cuestionar esto.

A mí me gustaría.

Por lo mismo, ¿por qué es contraproducente dar una clase del modo que se enseña hoy, es decir, basada en figuras que al final de la clase se miden con la misma vara?

Recientemente James Bucklew, quien contribuye con este blog, escribió un texto muy meritorio que cuestiona el uso de la rueda cuando se enseña casino (todavía no está traducido, pero si quieren leerlo en inglés, hagan clic aquí.). Uno de los argumentos que aportó en contra de esto, y con el cual estoy totalmente de acuerdo, era que, al enseñar usando la rueda y dado el hecho de que las figuras siempre son llamadas, los estudiantes en realidad nunca ponen en práctica sus habilidades de llevar o seguir. Puesto que en la rueda todo está coreografiado y los estudiantes saben qué figura se supone que tienen que hacer porque siempre es llamada con anticipación, no importa si llevan o siguen mal: la otra persona puede asumir esa carga por ti porque ya saben los pasos coreografiados que se necesitan hacer para que las figuras se mantengan.

Sin embargo, si el mismo error fuera a ocurrir en la pista de baile, donde nadie llama las figuras, no tendrías el mismo resultado final. En esa situación, si el líder cometiera un error, la seguidora no sabría lo que el líder pretende hacer, porque de nuevo nadie llamó la figura y por lo tanto la seguidora se perdería. De manera contraria, si la seguidora cometiera un error, el líder no sabría cómo abordar el error porque en realidad nunca ha tenido la habilidad de llevar. En la clase, la seguidora ha ejecutado las figuras sin importar si el líder lo hacía bien o mal porque ella ya sabía las figuras.

Si aprender una cierta figura es el objetivo de la clase, entonces lo mencionado arriba siempre será un problema porque la clase entera se enfocará en enseñar a los líderes y a las seguidoras sus pasos para luego, en la recta final de la clase, desechar toda su capacidad como líderes y seguidoras cuando las figuras son llamadas. (Esto también pasa en las clases que no usan la rueda. De hecho, los que enseñan en pareja muy seguido nos dirán qué sigue.)

El que una figura sea el objetivo de la clase resulta también un problema puesto que se asume que todos aprenden a la misma velocidad. Puede llegar a ser frustrante y desalentador para aquéllos que sean “lentos” en su aprendizaje mantener el paso de los que son “rápidos”.

Por último, también se asume que por el simple hecho de ser expuesto a una figura significa que el estudiante será capaz de ejecutarla con éxito al final de la clase. ¡Eso es de locos! Es como pensar que porque ya lees muchas novelas, de repente ya puedes escribir una.

Predominan muchas malas maneras de enseñar en la clase, amigos. Tristemente, los damnificados son los estudiantes.

¿Cómo, pues, lo arreglamos?

En realidad, no se necesita un cambio drástico. De hecho, los instructores pueden seguir enseñando las figuras que quieran e incluso que todos las practiquen, pero una cosa fundamentalmente sí tiene que cambiar: los instructores tienen que permitir a sus estudiantes llevar y seguir lo que éstos encuentren cómodo.

Necesitamos reconocer que hay diferencias individuales, que no todo mundo aprende a la misma velocidad y que sólo porque cierta figura sea enseñada no significa que los estudiantes la retendrán y serán capaces de ejecutarla después. Una vez que esto sea reconocido, todo lo que necesitas hacer, siendo instructor, es dar una lección que activamente involucre los señalamientos dichos.

Lo que sigue es lo que personalmente hago. No es para que sea definitivo, tampoco quiero que sea “la manera” de hacerlo. Más bien ofrezco esto como una guía para hacerte pensar sobre este tema y entablar una conversación.

Los estudiantes necesitan llevar y seguir. Por lo tanto, los instructores tienen que desechar el único aspecto en las clases que obstaculiza el aprendizaje de saber llevar/seguir. Éste es: deben dejar de llamar la figura y cuándo empezarla. Por ejemplo, todo lo que hago una vez que les he enseñado cómo hacer algo, y por supuesto dando la explicación de los principios de llevar/seguir lo que enseño, es mantener el pulso para ellos cuando es hora de practicar, [como puedes ver en este video]. De esa manera, los estudiantes tienen libertad para jugar con sus habilidades de llevar y al mismo tiempo de seguir. Pero lo más importante, se dan cuenta que llevar/seguir es complejo y que requiere mucha comunicación entre la pareja para entenderse, no entre ellos y el instructor. Es la diferencia entre un beso que se dan dos recientes amantes y el que se dan dos actores a quienes el director les dice cuándo y cómo besar.

Esto a lo que nos llevan es a que los estudiantes no hagan exactamente la misma figura que les enseñé, puesto que eso nunca fue el objetivo, sino a que se sientan cómodos haciendo cualquier parte de la misma, con el entendimiento de cómo ellos están interactuando entre sí. Cuando los observo practicar lo que sea que les he enseñado, no veo que todos hagan lo mismo que les he enseñado. A algunos los veo hacer todo; a otros, algo; y a otros, lo básico. Todo eso está bien porque todos están haciendo lo que les resulta cómodo, así sea poco o mucho.

Cambiar de pareja no se puede olvidar tampoco. El cambio de pareja tiene que ocurrir seguido durante la práctica, ya que de este modo experimentan en clase lo que otros líderes/seguidoras pueden hacer dependiendo del nivel de sus habilidades. Esto casi se parece a lo que pasa cuando dejan la clase y se van a bailar, lo cual es el objetivo de muchos estudiantes, quiero pensar.

Finalmente, el instructor necesita recalcar durante la clase siempre lo que he expuesto aquí. Esto es: lo que se quiere de ellos no necesariamente es ejecutar una figura que se les ha enseñado, sino hacer mucho de y con lo que se sienten cómodos; que el principal objetivo aquí es que aprendan cómo seguir/llevar y que la figura es solamente una excusa para ello. Y que si no puedes hacer todo lo que se enseñó ese día, eso también es parte del aprendizaje.

De nuevo, el objetivo de la clase no debería ser enseñar una figura. El objetivo debería ser que los estudiantes hagan tanto como se sientan cómodos de lo que el instructor les ha enseñado. No se trata de “calificar” si sí o no han podido ejecutar completamente la figura, pues saber figuras no es una medida de qué tan buen bailador eres, como aquí expongo. Un factor más decisivo en ese aspecto es la habilidad de llevar/seguir, la cual después permite al bailador liderar o seguir cualquier figura.

Todos aprendemos a diferente paso. Instructores de casino: den oportunidad de esto a sus estudiantes.

 


Sobre el traductor:

Soy una persona a la que le gustan las artes, la filosofía y la ciencia. Disfruto del baile y de indagar en aspectos no tan conocidos de éste, al igual que me gusta la música y veo que hay una conexión sutil pero no explorada entre el baile y la música, lo cual también investigo. La fotografía me agrada y la practico.

Omar Salgado