Piensa en tu propia experiencia con el baile de casino. ¿Cuándo fue la primera vez que te sentiste con suficiente seguridad como para decirte a ti mismo: “Bien. Finalmente voy a salir a bailar fuera de la clase”. No obstante a cuándo puede ser que hayas tomado esta decisión, probablemente no sucedió después de la primera clase de casino que tomaste. O la segunda o tercera. Probablemente te tomó un poco de tiempo para tomar esta decisión de salir a bailar solo/a. Las razones varían según el individuo. Algunos sienten que no pueden salir a bailar hasta que no salgan de un cierto nivel (ej. “nivel de principiante”); otros sienten que necesitan saber la mayor cantidad de figuras posible; y otros quieren perfeccionar lo que saben, sea mucho o poco, antes de aventurarse a la pista de baile.
Cualquiera que sea el caso, lo que intento decir es lo siguiente: las personas generalmente no piensan que saben bailar algo que están aprendiendo después de tomar apenas par de lecciones. Aprender un baile toma tiempo, práctica y paciencia. Pero más que nada, toma repetición.
La repetición es clave. Mientras más se practica, más confianza se adquiere. Más uno se siente que sabe bailar el baile que está aprendiendo.
De lo que quiero hablar en esta entrada es lo que pasa cuando esa repetición, que es tan necesaria, se pierde o está ausente, especialmente dentro del contexto de los talleres que se ofrecen en los congresos/eventos de bailes cubanos.
Y para eso, quiero comenzar con una pregunta para ti, el lector: ¿Cuál es el propósito de tomar un taller sobre un baile que no vas a poder practicar después, fuera del taller?
Si tu meta es aprender a bailar cierto baile, entonces no tiene sentido tomar un taller si no va a haber un seguimiento. Es decir, si, al regresar a la ciudad donde vives después de que culmine el evento, no hay nadie que ofrezca clases del baile al que fuiste expuesto en el taller, entonces tu asistencia al taller fue una pérdida de tiempo.
Recuerda: la práctica es clave. Lo fue cuando aprendías a bailar casino, ¿así que por qué debería ser diferente para otro baile? En efecto, si no tienen un espacio para practicar, olvidarás lo que te enseñaron. Es así de simple. Y, claro, está el hecho de que no puedes aprender a bailar ningún baile cubano en un solo taller—o dos, o tres. No es posible cubrirlo todo.
De manera que estás perdiendo ambos tu tiempo y dinero—repito, si aprender un baile nuevo es tu meta. Si tu meta es simplemente exponerte a un nuevo baila porque disfrutas cualquier tipo de cosa relacionada bailar, entonces no hay problema. Cualquier baile cumple esa función. Igual que las personas que toman un taller por el ejercicio que sacan del mismo. Si por otra parte tu meta es el conocimiento—quieres aprender sobre el baile y su historia—entonces, sí, también cualquier baile serviría. Solo asegúrate desde temprano en el taller que ese es la meta del instructor también. Algunos instructores, por ejemplo, en vez de hablar sobre la rica histórica y cultura que contextualiza el baile que enseñan, van director a enseñar pasos sin ningún tipo de explicación. (He visto esto pasar bastante con las clases de bailes afrocubanos, o bailes de “salsa con afro”.)
En mi opinión, los talleres que se enfocan en los aspectos culturales e históricos del baile en cuestión son los que merecen que gastemos nuestro dinero si no va a haber un seguimiento. Ya que aun si no salimos del taller sabiendo cómo hacer ese baile (nadie puede enseñar un baile en una hora), sí salimos de la clase mejor informados sobre el baile. (Y no, simplemente bailarlo no es estar informado. Muchas personas toman talleres de “salsa cubana” donde lo único que hacen es bailar, y nunca aprenden que el baile se llama “casino” o por qué se llama así. O aquellos que toman clases de Orishas nunca les dicen que están aprendiendo bailes religiosos. O aquellos que toman clase de rumba no aprenden que hay tres estilos de bailarla, ni a discernir entre los estilos, tanto musical como dancísticamente). Es decir, las clases a las que me refiero son aquellas en las que aprendemos algo que tiene algún tipo de significado. No es un taller de pasos y movimiento de brazos y cuerpo sacados de su contexto, en nombre de “bailar”. Cualquiera puede hacer eso—y enseñarlo.
No obstante mi opinión, creo que debemos seriamente considerar la siguiente pregunta: ¿Está esta diversidad danzaría contribuyendo a que las personas aprendan otros bailes fuera del casino?
He estado haciéndome esta pregunta por ya hace algún tiempo. Por una parte, lo que caracteriza a los eventos o congresos de bailes cubanos es exactamente la diversidad de bailes que ofrecen los talleres que allí se dan. Pero por otra parte, el otro aspecto de estos eventos y que no puede dejarse pasar desapercibido es el dominio del casino y la música con la que se baila. Pese a lo diverso que puedan ser los talleres, el énfasis en el casino después de acabados los talleres de los eventos (la fiesta de baile, generalmente por la noche) sirve para socavar grandemente el efecto que cualquier taller de baile que no sea casino pueda haber tenido en aquellos que lo tomaron.
Propongamos lo siguiente entonces: la manera más obvia de averiguar si los talleres están teniendo efecto y la gente está aprendiendo otros bailes es observar lo que pasas cuando ponen, en ese raro momento, música que no sea “timba”. Tomemos el ejemplo de rumba guaguancó. Juzgando por la cantidad de talleres de guaguancó que se ofrecen hoy día, uno pensaría que a estas alturas las personas que sabrían cómo bailar una canción entera de guaguancó. Pero la verdad en muchos casos es que cuando se pone una canción de guaguancó, muy pocos bailan, y la mayoría del tiempo son los instructores los que están bailando y haciendo que la gente los sigan y copien lo que hacen. El guaguancó, es un baile entre un hombre y una mujer, termina así siendo un baile grupal. Y claro que la gente no va a bailar guaguancó, aun cuando hay tantos talleres de este baile que se ofrecen: ¡las personas casi ni practican fuera de los talleres! Cuando regresan a su pueblo o cuidad, no hay nadie que haga un seguimiento. No hay nadie que los saque fuera de lo que aprendieron en ese taller introductorio. De manera que nunca adquieren competencia en el baile.
Si los DJ van a continuar solamente poniendo “timba”, quizás sea una mejor idea enseñar algo nuevo solo si tiene utilidad para el casino. Por ejemplo, cuando yo hice un taller de casino y guaguancó con la ayuda de una reconocida maestra de bailes afrocubanos, Yudisleidy Valdés, enfaticé el uso del poco guaguancó que se enseñó (porque en dos horas no se puede enseñar mucho) con canciones con las que se baila casino, pero que tienen secciones de guaguancó. De esa manera, los participantes no aprendieron el poco guaguancó que aprendieron por aprenderlo—y como hemos visto eso no lleva a nada porque no pueden practicarlo fuera de clase porque no se ofrecen clases de solo guaguancó, o porque casi nunca se toca guaguancó en las fiestas. Había un objetivo: ellos podían usar lo poco que aprendieron cada vez que bailaban con una canción que tenía una sección de guaguancó, y así practicar.
En conclusión, si quieres tomar un taller de un baile nuevo para ti, mi consejo, como alguien que enseña bailes, es que te asegures de que haya seguimiento una vez terminado el taller, preferiblemente en la ciudad o pueblo donde vives. Asegúrate de que donde vives hay alguien que enseña ese baile. Algunas personas, sin embargo, al carecer de instructores donde viven, tienen los medios para viajar y buscar instrucción en otro lugar. Claramente, mi consejo no es para estas personas porque dichas personas están, en efecto, buscando instrucción adicional. Pero para los demás que no tiene ese lujo, piénsalo dos veces. Si tu meta es aprender un baile nuevo, es muy posible que estés perdiendo tu dinero y tu tiempo.