Nicole es una de las cofundadoras de Dile que NOLA, una organización sin fines de lucros enfocada en la fomentación y diseminación de los bailes cubanos, que radica en la ciudad de Nueva Orleans (Estados Unidos). No creo que me equivoco al decir que la página de esta organización en Facebook es una de las que mas atrae público cubano, tanto dentro como fuera de la isla. Basta echarle un vistazo a cualquier video que suben a la página para darse cuenta de la gran presencia cubana que exist en ese espacio. Para mí, cuando los cubanos llegan a tu página orgánicamente y validan lo que estás haciendo, estás haciendo las cosas bien.
Y eso dice mucho del trabajo que esta organización hace, del compromiso que tienen Nicole y todos los demás integrantes de Dile Que NOLA para con la cultura y el pueblo cubanos. De la intención de visibilizar el casino más allá del consumismo y la gozadera.
Siendo peruana, Nicole siempre va a apostar por la cultura cubana. Por los cubanos. Esa es una de las cosas que la hace excepcional.
Así que no podía dejar pasar por alto entrevistarla para que todos vieran lo que veo yo: una mambisa del casino, una guerrillera de la cultura cubana.
Pero más que nada: un ser humano maravilloso.
DL: Háblame un poco sobre cómo comenzaron ustedes.
NG: Dile Que NOLA comenzó como un grupo de mujeres que se aliaron. Participábamos en una práctica de otra escuela, que se llamaba Bookoo Rueda. Con el tiempo, nos dimos cuenta que había pocos líderes (masculinos, varones) y una de los miembros como que nos estaba empujando a las mujeres un poco al lado. Nosotras como que nos comenzamos a aliar. Ni siquiera nos conocíamos. Fue algo de: “Oye, me gusta cómo bailas. ¿Quisieras unirte a nuestras prácticas ‘clandestinas’?” [Risas] Así fue cómo comenzamos.
Éramos ocho muchachas. Luego fuimos diez. Y cuando llegamos a ese número en un fin de semana de “Memorial Day” decidimos que íbamos a hacer un “golpe de estado”, que íbamos a “salir del clóset” casinero en esa fiesta en mayo del 2015. Así se creó y luego se mantuvo como un orgullo nuestro de que éramos mujeres guiando e intercambiando quién guiaba. Luego, nos dimos cuenta que había muchos hombres que estaban mostrando interés por participar en nuestras prácticas, que eran gratis, comunitarias. Así crecimos, dejamos que entraran los hombres.
En ese mismo año, una de nuestras fundadoras, que era abogada, sugirió que nos convirtiéramos en una organización sin fines de lucro para poder solicitar subsidios y cosas así–algo que nunca hicimos–pero que era algo bueno tener.
Todo comenzó realmente de una curiosidad de poder hacer que una rueda de casino existiera y aprender a cantarla y entenderla–todas las cosas que eran tan interesantes de cómo funcionaba. Me acuerdo que llamábamos un “Enchufla al centro” y cuando no funcionaba, nos poníamos a intentar entender por qué. Era lo máximo.
DL: Bueno, así empezó Dile Que NOLA, como una especie de ramificación de otro grupo. Pero, ¿cómo comenzó Nicole Goldin a interesarse por el casino?
NG: Cuando tenía diecisiete años, me metí al tema de la rueda de casino porque me enamoré de un muchacho. Un día, ese muchacho sugirió que tomáramos clases de lo que se llamaba “salsa cubana”. Ahora, si voy a ser honesta contigo, ni siquiera te diría que lo que bailábamos era la salsa cubana que hemos acordado. Era más como un mejunje con cumbia–como una cumbia salseada. Realmente se asemeja más al casino que a la salsa cubana.
Nunca había visto en mi vida un baile en un círculo donde las personas cambiaban de pareja. Para mí eso era como meterme en una montaña rusa. Y desde la primera clase que tomé, me quedé fascinada porque aunque fui a aprender a bailar en pareja, simultáneamente, había gente montada en esa “montaña rusa”, y yo me repetía: “Quiero montarme ahí”.
Yo soy músico. Para mí esto también fue un reto de entender cómo mi cuerpo se sincronizaba con la música–música que yo escuchaba desde que tengo uso de razón. No sé si sabes, pero Lima, Perú es la capital de la timba.1 Es decir, que la había escuchado toda mi vida. Y ahora sabía cómo bailar es música. Así fue cómo se insertó ese bichito, allá en Lima.
Cuando me mudé aquí a Nueva Orleans, perdí eso que era tan importante para mí. Eso representaba a mi comunidad: salíamos los fines de semana a bailar, nos juntábamos cada fin de semana para practicar rueda de casino. Era algo súper saludable e importante en mi vida. Y lo perdí cuando vine a los Estados Unidos.
DL: Yo lo que he notado, cuando escucho las razones que la gente da cuando habla de cómo se acercó al casino, es que el interés genuino en la cultura cubana no prefigura en esas razones. Generalmente, es por un interés de ser parte de una comunidad, porque ahí estaba el novio, porque buscaba cómo hacer amigos–y esto era lo que había.
Y está bien. Yo no tengo problema con eso porque yo mismo voy a un restaurante peruano a comerme un ceviche y tomarme un pico sour–y ya. Fuera de eso, y de las cosas que he visto, no sé nada más de Perú. La experiencia que estoy teniendo con Perú, en ese contexto, es una experiencia muy capitalista en el sentido que el sistema es muy bueno en divorciar la cultura del producto cultural. Yo puedo ir a comer comida peruana y no tener que saber nada de Perú. Lo mismo pasa con el casino. Uno puede unirse a una rueda sin ni siquiera saber que es un baile cubano.
NG: Yo ni sabía por qué se llamaba “rueda de casino”. Fue en EE.UU. que entendí. Yo me imaginaba que se bailab aen un casino de apuestas y por eso le pusieron ese nombre. No fue hasta que comencé a buscar un lugar para bailar que entendí que el casino era el baile como tal.
DL: Es lo que te digo.
Estas clases se dan muchas veces así: “Hoy vamos a aprender Balsero”. Y aprendes balsero y se acabó. No hay más nada. Una cosa completamente divorciada de la cultura. Es solamente la figura, el movimiento. Y se acabó.2 Y de nuevo, eso está bien si te estás acercando al baile. Pero cuando vas a enseñar o mostrar las cosas públicamente, entonces tienes que tener un poquito más de rigor porque sí estás mostrando una cultura. Y si no sabes qué estás haciendo, ¿qué tanto puedes decir que estás representando la cultura cubana?
Y hablando de compromiso, háblame un poco sobre la misión de Dile Que NOLA al principio. Cuando ustedes empezaron, ¿cuál era el objetivo del grupo? ¿Fue cambiando ese objetivo con el paso del tiempo?
NG: Definitivamente. Al comienzo, era crear un espacio seguro para las mujeres poder practicar y volverse autosuficientes en el baile. Luego, el objetivo se transformó en crecer la rueda de casino lo más posible y ser súper, mega inclusivos. De que cualquier persona pudiera entrar en nuestra rueda. (Nosotros en ese momento estábamos en la etapa de “si te sabes estas figuras, eres un buen bailador”. Así que en esa época nos enfocábamos mucho en aprender figuras para que la gente sintiera que podía bailar.)3
Después la misión se transformó a tratar de, a través de nuestro baile, mantener el espíritu de inclusividad del grupo, pero también tratar de diseminar la cultura cubana en Nueva Orleans. No solamente a través de las figuras del casino, sino también de hablar de la cultura cubana. Eso lo comenzamos a hacer porque empezamos a viajar a Cuba y a aprender de la cultura cubana; comenzamos también a hablar sobre los parecidos entre Cuba y Nueva Orleans y cómo las culturas son bastante parecidas.
DL: Lo que infiero, entonces, es que la misión de Dile Que NOLA se fue transformando a medida que iban entrando más en contacto más con la cultura cubana e iban conociendo más a los cubanos. Conozco a una de las fundadoras del grupo, Abril, y sé que ella es cubana. ¿Era la única?
NG: No. Estaban ella y su prima Angélica, y la hermana de Angélica, Elizabeth. Ellas habían nacido aquí. Rachel, nuestra presidente, su mamá era cubana de primera generación. Y otra integrante más, Yasenia–ella si era nacida en Cuba. Es decir, había cinco cubanas de las diez mujeres que éramos.
DL: Esa es la otra cosa que a mí me gusta siempre resaltar. Las cosas no suceden por coincidencia. De la forma en que yo lo veo, la transformación del objetivo de Dile Que NOLA se da precisamente porque desde el principio hubo un apego a la comunidad cubana: las mismas fundadoras del grupo, inconscientemente o no, empujaron a las demás a conocer más sobre la cultura. Me imagino que eso haya creado un tipo de “presión”: 50% del grupo es cubano, este es un baile cubano y por ende debemos hacer lo mejor para representar la cultura. ¿Cuándo fue que el objetivo del grupo cambió precisamente a esto que menciono?
NG: Yo te diría que en 2016, un año después. Ya habíamos hecho nuestro primer viaje a Cuba y las cosas comenzaron a ponerse un poco más serias. Sentíamos un nivel de responsabilidad.
No te voy a mentir. A veces, yo de ignorante cometí muchos errores, diciendo cosas como: “Esta palabra significa tal cosa en Cuba” y estaba equivocada porque estaba pensando en lo que significaba la palabra en Perú sin darme cuenta que en Cuba la misma palabra tenía un significado diferente. Yo tuve que entender qué significaba, por ejemplo, “Vacílala”, porque en Perú y en Cuba son dos cosas completamente diferentes. Entonces, como ya me había tragado mis palabras en dos o tres ocaciones, dije: “Aguanta. No puedo hacer el ridículo. Se supone que estoy representando la cultura cubana. Tengo que empaparme de ella”.
DL: Exacto. Y esa toma de conciencia lamentablemente no sucede mucho con otras personas porque no hay ese acercamiento con los cubanos. En el caso de ustedes, no había forma de no acercarse: el 50% del grupo era cubano. Si metías la pata, alguien te iba a decir: “Oye, eso no significa eso en Cuba”. Pero imagínate a alguien que hace un grupo de (rueda de) casino que no tiene a nadie que sea cubano o conozca la cultura cubana lo suficiente para exigirte algún tipo de responsabilidad.
Pero bueno, vamos a otra pregunta. Sé que Dile Que NOLA es una organización sin fines de lucros. Cuéntame qué les ha permitido hacer tener esta clasificación.
NG: Lo que más nos ha permitido hacer, al margen de la practicidad del estado como tal, es que, al tenerlo, hemos podido organizarnos y tomar las cosas un poco más en serio. Cuando nos comprometemos a algo, lo hacemos. Nos obliga a mantener una postura súper amigable e inclusiva porque somos una organización basada en la comunidad. Entonces no hay espacio en Dile Que NOLA para chisme, brete, grupitos–cosas que se dan mucho en las comunidades de baile. Entonces: necesidad de organización primero; las relaciones y el drama, eso queda en segunda plana.
También nos ayuda con la credibilidad y nos da la posibilidad de acceder a ciertos recursos u oportunidades que no podríamos de otra manera. Por ejemplo, a usar ciertos espacios por precios reducidos o completamente gratis para hacer nuestros proyectos. O ser invitados por el Museo de Jazz a hacer una presentación, etc.
Ser una organización sin fines de lucro nos permite vivir la visión que tenemos.
DL: Esto es algo que compartes con DC Casineros, que son también una organización sin fines de lucros. Y estoy escuchando lo mismo de los dos. Yo soy partidario de que para hacer esto bien, sin tener que preocuparse por el mercado y los ingresos, habría que hacer algo como lo que están haciendo ustedes. Porque al final, cuando uno lo que quiere es hacer es dinero, las aguas se enturbian. Por eso me gustaría preguntarte: ¿cómo fuera Dile Que NOLA diferente si fuera una academia de baile con todas las preocupaciones que tiene una academia de baile que subsiste de esto?
NG: Vamos a comenzar por el principio. En la actualidad, Dile Que NOLA no tiene un profesor. No hay esa dinámica de profesor y estudiante. Yo sé que soy la persona que lidera las prácticas y que canta las ruedas y enseña, pero yo no me llamo “maestra” o “instructora” porque siento que hacerlo me da aún más responsabilidad. Siento que también, yo, como Nicole, tengo la libertad de determinar si quiero no sacrificar mis lunes, si tengo la disposición y me nace dar las prácticas el lunes por mi comunidad, no por una obligación. Eso también es importante: Dile Que NOLA para mí no es una obligación, es un placer.
Cuando el grupo se vuelva una obligación y una forma que yo me gane la vida, el grupo perderá su esencia. El hecho de que ninguna de nosotras, las organizadoras, recibe dinero de Dile Que NOLA, hace que nuestra intención sea netamente comunitaria. Vivimos una vida privilegiada. Trabajamos y somos profesionales. Por ende, lo podemos hacer. Pero si el grupo fuera encabezado por un instructor o maestro cubano del ISA, que viviera en Nueva Orleans…qué genial sería, pero sé que definitivamente sería como una academia de baile, donde tienes que pagar por asistir, entrenar, así como hay ciertas obligaciones, no solamente para el maestro sino también para el estudiante.
Muchos de nuestros participantes precisamente nos comentan que les encanta la libertad de saber que aunque se vayan un mes a Alaska, siempre va a haber un espacio para ellos en el grupo, no importa el tiempo que hayan estado ausentes. Es como una gran familia. No se les cierra las puertas a nadie por no asistencia, no pago o lo que sea.
DL: Hablando de comunidad, ¿cuál es la conversación más difícil de tener con otras personas?
NG: Actualmente, la conversación que me es más difícil tener, no a nivel local, pero a nivel de los casineros de EE.UU., es la conversación acerca de cómo es el casino orgánico, el empírico, el que nació en Cuba–el que nosotros queremos preservar. Con el tiempo, he notado que cuando se intenta hablar de eso, se te denomina como “purista”, o me asocian con ciertas personas a las que no conozco. O sea, como que te ponen en una cajita.
Eso para mí es un reto. Esto no sucede en mi comunidad, porque aquí precisamente tratamos de volver al contexto cultural de dónde salió todo esto. Dile Que NOLA ha sido bendecida con la presencia de mi esposa, Wilma y otros cubanos que están en nuestra comunidad, que son dignos ejemplos de cómo se baila el casino, sin haberlo aprendido en escuelas, o con un método específico. Sino más bien el método de “vamos a aprenderlo como en la beca” (allá en Cuba).4
Entonces, en las redes sociales, siento que a veces es difícil hablar de esos temas porque quizás también ellos (la gente de otras comunidades que nos siguen) no tiene a una Wilma para ver eso. Ellos tienen solamente el chisme de las redes sociales, de que purista contra no purista, de que la salsa contra el casino. Y al final se pierde de vista la versión coreográfica que tiene el casino desde que se creó, y eso es precisamente lo que quisiéramos mantener: esa versión coreográfica que vive en los cubanos que viven aquí en nuestra comunidad. Entonces nosotros los ponemos a ellos, nuestros cubanos de Nueva Orleans, en el pedestal y decimos: “Así queremos bailar. No queremos bailar para un show. Queremos bailar como ellos, como mismo ellos bailan en los bailables, en el parque, cuando salimos los fines de semana. Así es cómo queremos bailar. Más nada”.
DL: Definitivamente esa conversación es bastante difícil de tener. Bueno, tú sabes que yo me fui de Facebook por un mes precisamente porque cuando intenté crear conciencia sobre eso, mucha gente llegó a mi página todos los días a atacarme. Pero sí, regresando a lo que estábamos hablando anteriormente, regresamos al hecho de que tener a cubanos en el grupo ayuda mucho–gente como Wilma, que aprendió el casino empíricamente y sin academia.
(Quien es muy diferente a mí, que sí lo aprendí más formalmente con el MCC, y antes de eso con los Salsa Lovers. Yo tuve una trayectoria completamente diferente, por lo que yo no puedo decir que bailo como Wilma, ni ella como yo. Pero en el núcleo los dos estamos bailando casino. Eso también hay que matizarlo.)
Tener cubanos en el grupo o estar rodeados por cubanos, aunque no estén en el grupo; tener amigos cubanos que te vean bailando y te digan: “Oye, eso no es así”; o que bailes con ellos y te des cuenta de ciertas cosas precisamente porque estás bailando con ellos–todo eso es muy importante. Y hay muchos grupos que no tienen a una Wilma, o a cubanos en su comunidad que puedan ser ese punto de referencia.
Entonces, la pregunta que tengo es: ¿Por qué crees que las personas sienten que tienen que hacer un grupo de rueda de casino sin conocer mucho de la cultura cubana o sin siquiera conocer cubanos? ¿Qué está pasando por la mente de alguien que no está rodeado por cubanos, que no tiene amigos o una novia cubana, que no hablan español, que nunca han ido a Cuba, que han ido a tres congresitos y, de pronto dice: “¿Sabes qué? Voy a abrir mi academia”?
NG: Yo pienso que hay que validar una realidad. Para muchas personas el baile es solo baile. Es una diversión. Es un escape de una vida atareada. Es el momento donde pueden disfrutar, donde pueden hacer ejercicio.
Para mí la cultura no siempre estuvo en el centro. La cultura vino a mí cuando comencé a explorar más las cosas. Entonces, yo fui privilegiada en ese sentido. Si la cultura no hubiese venido a mí, probablemente podría haber tenido muchos años de decir: “Mira, ¿sabes qué? Yo creo que bailo bastante bien. Muchas personas me lo dicen. Me gusta que otras personas bailen. No hay muchas personas que bailan en esta ciudad. Entonces, yo voy a crear mi pequeña escuelita para que vengan a bailar conmigo, porque al final lo que quiero es gente con quién bailar”.
De repente, es como, por ignorancia, o por simplemente querer crear un espacio para ti mismo. O también podría ser un tema de ego (“Yo me siento bien; quiero ser la estrella, profesor”, lo que sea). Creo que razones pueden haber muchas, pero definitivamente yo no puedo mentir y decir que la cultura vino primero. La cultura vino después y por eso estamos aquí después de nueve años. Esa es mi hipótesis.
DL: Repito: yo no tengo problema con que la gente se interese por el casino por el simple hecho que le gusta cómo se ve el casino. Para seguir con los paralelismos culinarios: yo voy a un restaurante colombiano y lo que quiero es una bandeja paisa. Pero para mí hay una diferencia entre tener un interés y mostrar públicamente algo como “cubano”.
Entonces, sí: la razón por la que una persona empieza puede ser simplemente por curiosidad. Dicho esto, esa razón, ¿tendría que cambiar en algún momento si esa persona tiene una escuela o grupo, o está pensando en crear uno, o está haciendo presentaciones públicamente? No estamos hablando de un “Vamos a reunirnos tú y yo en la casa”. Estamos hablando de gente que públicamente están presentándose y están diciendo “Esto es rueda de casino, y esto es de Cuba”. ¿Tiene que cambiar la razón?
NG: Sí tiene que cambiar porque, como hemos hablado en el pasado, a diferencia de muchos otros bailes que no son representativos de una cultura, el casino es netamente eso. El casino representa la cultura cubana. Por ejemplo, yo hice bailes folclóricos en Perú. Es como si alguien creara aquí una academia de marinera y esa persona no tuviera idea dónde se baila la marinera, o que hay una diferencia entre la marinera norteña y la limeña.5 Quizá esta persona aprendió marinera por curiosidad, porque lo vio en un video de YouTube, pero eventualmente, si vas a crear una academia, una escuela, una comunidad–lo que sea–tienes que saber lo que estás haciendo. Aunque no seas el mejor instructor de los pasos, en cuanto a la cultura, yo pienso que es nuestra obligación entender, educarnos y tratar de acercarnos a la cultura lo más posible.
DL: Me gusta eso que acabas de decir porque es precisamente la forma que yo pienso que mucha gente tendría que pensarlo. Es decir, preguntarse: si alguien que no es de mi cultura se acerca a uno de mis bailes folclóricos, ¿cuál sería la expectativa que yo tendría para con esa persona? Porque esa misma expectativa la deberías tener para ti mismo cuando te involucras con los bailes de una cultura diferente a la tuya.
Yo he tenido varias personas que me envían mensajes, pidiéndome que las ayuden con esto o con aquello de una clase que están enseñando…pero están enseñando. No entienden algo que tienen que saber para enseñar…y todavía están enseñando–y por ende creando una idea incompleta de mi cultura. El estándar no es muy alto. Cualquiera puede abrir una clase. Como cubano, yo siento eso bastante. Muchas veces no hay un rigor y el propósito personal de acercarse al baile reemplaza el compromiso cultural.
Es más: si vas más allá de lo personal, para muchos, es más importante que la comunidad tenga cohesión a que se haga algo que refleje auténticamente la cultura. Por eso te hice la pregunta sobre el tema más difícil del qué hablar: porque lo que está pasando (de la manera en que yo lo veo) es que se ha creado una comunidad de bailes cubanos bajo el precepto de “comunidad”, de inclusividad–que no está mal. Pero, al hacer esto y solamente enfocarse en la comunidad y las amistades–olvidándose, por ende, de la cultura cubana–cuando alguien viene y te dice: “Oye, un momento, no te olvides de mi cultura. Esto no se hace así en Cuba”, lo que ese alguien está haciendo es rompiendo un poco la burbuja. Y entonces ese cubano que está tratando de reorientar a la gente queda rechazado por “pesado” y relegado a la periferia de su propia cultura, mientras los demás, que no son de esa cultura, la disfrutan sin ningún tipo de estigma.
Hay mucha gente que dice que hace algo cubano, pero si lo miramos bien y miramos lo que se está haciendo en Cuba, vemos que no se acercan mucho a la cultura, que no hay un entendimiento. Y creo que por eso está esa tensión proveniente de que se ha normalizado el intento de comunidad sin necesariamente entender la cultura que nos está dando este espacio para crear comunidad. Y cuando alguien de esa cultura viene y dice: “Espera un momento. Aquí también hay una cultura”, se crea esa discusión.
Lo mencionabas anteriormente: la conversación más difícil para ti sucede cuando intentas, fuera de tu comunidad, enseñar ejemplos concretos de cómo bailan los cubanos–y la gente viene con otras ideas. Yo diría que esto sucede precisamente porque se ha normalizado el enseñar un baile sin un contexto cultural, sin entender realmente de dónde viene el baile. Se ha enseñado el baile como baile, completamente divorciado de su cultura.
NG: Y te voy a decir algo más. Dile Que NOLA ha crecido muchísimo en las redes. Hablamos más de cosas culturales y por ende se enteran nuestros seguidores, pero nosotros por mucho tiempo solamente teníamos una clase a la semana de 7-8 los lunes. Entonces, lo que uno realmente quiere hacer cuando solo tienes una hora es bailar rueda de casino–y un poco de casino. No hay mucho espacio para hablar de la cultura. Sin embargo, tenemos a estas personas cubanas que comparten su cultura con nosotros y que durante la rueda de casino están jodiendo, que están demostrando en vivo y en directo su cultura.
Por eso acabo de comprometerme a crear una nueva serie que acaba de empezar ayer, que se llama “Fundamentals of Casino”, que es una serie de cuatro semanas que se repite todos los meses. Y en esas clases estamos poniendo la cultura y la música en el medio del escenario. Ya desde ayer están respondiéndome preguntas de tareas que les he mandado acerca de la música (entender el largo, el montuno6, la sección del mambo7). La primera tarea fue de la canción “Llegó la música cubana”. Los mandé a hacer el análisis de la canción, entenderla, y por supuesto, el videíto de Dáybert y Wilma como ejemplo de cómo exactamente debería ser bailado: posición cerrada y después cuando entra el montuno ya puedes hacer más.8
Entonces estamos tratando de concientizar para que entren nuevas personas a la comunidad, pero con un poco más de contexto.
DL: Buenísimo.
Hace poco tiempo empezaste a subir unos videos donde iban por las calles de La Habana, hablando con cubanos sobre el estado del casino en Cuba casino y pidiéndoles bailar.
Para mí ver eso… casi lloro porque, primero alguien está yendo a Cuba a hablar con los cubanos (¡finalmente!); y segundo porque yo siempre quise hacer ese proyecto, pero por razones de tiempo y dinero, no pude. Y también porque cuando voy a Cuba, voy a ver a mi familia. Yo no puedo irme para La Habana a entrevistar cubanos y dejar a mi familia en San José. Cada vez que voy a Cuba es para vivir como el cubano, a vivir los apagones, las necesidades. Nunca me he quedado en un hotel.
NG: Para ser sincera contigo, la única razón que yo hice esto fue porque esta fue la única vez que yo he ido a devolver a mi suegra a Cuba y tenía una noche extra–y no fue Wilma. Porque cuando está Wilma, 100% estamos con la familia.
DL: En lo personal, espero que otras personas, como exhortaste al final del video, continúen ese proyecto porque es tremendo. Pero bueno, ¿háblame un poco sobre por qué decidiste hacer algo como eso?
NG: Muchas razones. Primero, siento que no se había hecho. Para mí era la única forma de desmentir que en Cuba ya no se baila casino. Veía que en las redes sociales decían: “Tú quieres que baile el casino de los dinosaurios” y eso de “la evolución del casino”. Yo entiendo que el casino puede tener sus evoluciones. No quiero ser retrógrada, en lo absoluto, pero la gente baila casino en Cuba. Y no solamente los de la edad de mi suegra, sino también gente joven, que ha aprendido de gente de la edad de mi suegra. Todo tipo de gente baila casino. Hay mucha gente en Cuba que no tiene ritmo y no sabe bailar. Pero los que saben casino, bailan el casino empírico del que yo hablo. No nada de baile en línea, de ochenta vueltas. Nada de eso. Es un baile completamente social y orgánico.
Yo no quería estar en el dime que te diré de las redes sociales. Y fui con esta mentalidad: Yo soy una peruana que no sabe nada de la vida. Yo voy a ir a Cuba y voy a preguntarle a la gente de Cuba. Seguramente cuando pregunte me van a decir que estoy loca y van a hacerme rechazo por ser extranjera.
Pero muchas personas me dijeron que sí y se atrevieron a bailar casino conmigo. El casino es algo tan simple y cotidiano, que prueba aún más que está vivo en la tierra del cubano.
DL: ¿Crees tú que hubiese habido una necesidad de hacer este proyecto si la gente estuviera mejor informada de cómo se baila casino en Cuba?
NG: Quizá no una “necesidad”. Yo creo que no. Si la gente bailara el casino como es, no creo que hubiera tenido esa necesidad. También: hay otra parte ahí. No solamente se trata de EE.UU. y cómo la gente lo baila aquí. También se trata de nuestra experiencia en tratar de buscar escuelas de bailarines–profesionales en Cuba–que nos enseñen a bailar casino, el de la calle, la casa, el que aprendieron en las becas. Esos bailarines tienen un estándar de baile de escuela. No siempre se pueden quitar el sombrero de bailarín y volver al casino simple. Como casi todos mis encuentros con cubanos en Cuba bailando han sido con bailarines, yo quería ver cómo bailan las personas que no son bailarines. Porque aún cuando vamos a discotecas como 1830 a bailar socialmente, están los bailarines que nos enseñan a nosotros…y el resto está lleno de bailarines profesionales que van allí por el turismo. Entonces se crea un ambiente ficticio, hermoso y súper divertido, pero ficticio. Yo siempre tuve esa sospecha de que espacios como ese y otros similares no eran endémicos, naturales.
DL: Eran una especie de trampa para turistas.
NG: Exacto. Dicho esto, hay personas que bailan casino empírico en esos lugares, pero tienes que saber identificarlos. Cuando eres un turista que está yendo a aprender acerca de la cultura cubana, esos lugares crean confusión. Aunque puedas encontrar casino–digamos uno de cinco te está bailando el casino normal, sin mucho alarde–yo diría es difícil llegar tener a esa capacidad de identificar ese uno de cinco. Y si eres un extranjero que recién está aprendiendo acerca del casino, los otros cuatro de cinco crean esa confusión.
DL: Sí. Hay que tener un entendimiento estructural del casino muy robusto para poder hacer eso.
Regresando a tu proyecto, me encantó que alguien de afuera viniera con la mentalidad que mencionaste: de pretender no saber nada e ir a Cuba a ver cómo la gente baila, y que si están bailando casino con Obatalá o con guaguancó (como muchos desde fuera creen que se baila casino), entonces eso es lo que se hace en Cuba.
NG: Exactamente.
DL: Pero eso no es lo que se hace en Cuba, y lo viste al hacer el proyecto.
Bueno, también vi hace poco que fueron a Cuba de nuevo con otro propósito: entrenar con los All Stars. Háblame más de esta colaboración porque precisamente hablaste anteriormente de cómo los artistas no son a veces capaces de quitarse el sombrero de artista para enseñar un baile social. La gente de los All Stars, sin embargo, en su gran mayoría no son artistas, sino estudiantes de universidad o jóvenes que tienen un oficio. Es decir, bailadores sociales. ¿Cómo fue ese proceso de trabajar con personas que se acercan un poco más al casino empírico a la hora de enseñar, pero que han tenido suficiente roce con el turista como para saber lo que le gusta al turista y lo que no?
NG: Yo fui muy honesta con Jorge (el director) porque he tenido una muy buena relación de años con él. Le dije: “Mira, mi hermano, esto es lo que quiero. Yo no quiero decirte a ti cómo enseñarme, pero yo te quiero decir que tu equipo no me tiene que enseñar una forma para satisfacer una necesidad nuestra. Abúrrenos. Ponme la clase básica. Enséñame lo fundamental. No sientas que me tienes que enseñar una combinación o formación de rueda espectacular. Yo lo que quiero es que cuando terminen las clases, que mis personas puedan bailar casino en pareja sin sentirse como bichos raros. Y también me gustaría, si es posible, que enseñaran el casino con marcación hacia adelante, porque eso es lo que yo, con mis ojitos, estoy viendo que los bailadores–no bailarines–hacen”. Él me dijo: “No hay problema. Vamos a meterle y ver qué sale de aquí”.
Había muchas cosas que estaban fuera de nuestras áreas de confort. Fuera de la mía era pedirle a un maestro que nos enseñara a mí y a mi grupo de cierta forma. Para Jorge, quizas estaba fuera de su confort enseñar con esa marcación con la que él no suele enseñar porque usualmente él enseña a un público turista donde la marcación que se suele enseñar es hacia atrás o cualquier lado que logre el objetivo coreográfico.
Y por último también hubo un tercer componente que creo que fue nuevo tanto para Jorge como para mí. Jorge tiene una compañía de baile y en ella hay personas de todo tipo de trasfondos. Con los años, me parece que Jorge va escogiendo quiénes son las “cabezas”, los que están capacitados para enseñar. No todos sus bailarines suelen enseñar. Yo le pedí que, de las diez horas que íbamos a entrenar con su compañía, la mitad fueran no en el formato usual (cada uno con su pareja y una pareja cabecera enseñando una figura, que todos los demás repiten), sino que quería que cinco de esas horas fueran más personales: cada persona del grupo bailando específicamente con un cubano, y ese cubano machacando y destrozando a la persona por cómo estaba (mal)interpretando el casino desde su percepción foránea–o sea, “salseando” el casino.
Eso fue un reto, fuera de la zona de confort de Jorge y de todos sus bailarines porque ahora todos, no importa el nivel de experiencia, tenían la responsabilidad de enseñar. Y yo, conociendo a mi gente, me reunía con cada uno de esos bailarines y sus parejas asignadas y les decía: “Mira, ella es ‘Lola’. Y ‘Lola’ es muy pesada al bailar. Tiende a marcar para atrás”. Y así se hacía una enseñanza personalizada para cada persona, con mucha transparencia. Yo les dije personalmente a los profesores: “Destrózamelos”.
Eso fue muy nuevo y creo que también lo es en el mundo de los viajes a Cuba con fines de aprender a bailar. Y a Jorge le gustó. Al final tuvimos una reunión él y yo. Me dijo: “Me gustó esa idea. Me gustó darle ese tipo de autonomía a los profesores”. Y muy interesante, en mi opinión: muchos de los profesores que eran más nuevos en la compañía te bailaban el casino más genuino. Se veían que tenían menos de bailarín y más de bailador.
DL: Sí. Es cierto que mientras más nuevo eres en el mundo de la enseñanza del casino, mientras menos roce has tenido con los turistas y menos has sido “contaminado” por las exigencias “salseras” de los turistas, más genuino será tu casino. Yo, de hecho, preferiría tener esa dinámica pedagógica de la que hablaste, completamente con los nuevos. Porque también le da una agencia tremenda al cubano de cómo definir su propio baile, ya que no tienen que ajustarse a lo que pida un extranjero, sino que esa persona tiene que ajustarse a cómo el cubano dice que se baila el casino. Entonces regresando a tu anécdota, sí: tiene sentido que el profesor más nuevo bailaba un casino más auténtico, menos contaminado con otras cosas que vienen del constante roce con las exigencias que los turistas tienen al venir a Cuba–que, muchas veces, son puras fantasías danzarias.
NG. Sí. Y Jorge me dijo que le gustaría replicar esto con las próximas escuelas que vienen. Y que también las escuelas puedan apreciar eso. Para alguien que está aprendiendo, no es fácil apreciar que te den tantos comentarios constructivos. Altamente recomendado trabajar con ellos especialmente para aquellos extranjeros que estén dispuestos a tener la mente abierta y humilde.
DL: O como dijo Adrián Valdivia en otra entrevista: “bofetadas culturales”.
Bueno, también vi que cerraste ese viaje a Cuba con broche de oro: celebraste el noveno aniversario de la fundación de Dile Que NOLA en La Habana. Y lo que es más: creaste un espacio para que los cubanos comunes y corrientes–no los instructores solamente–vinieran a bailar casino con la gente del grupo. (Esta fue otra cosa que nunca había visto hacerse en Cuba). Háblame sobre por qué decidieron hacer esto, y cuál fue la experiencia una vez que lo hicieron.
NG: Como mencionaste, era nuestro noveno aniversario ese mes y queríamos celebrar, sea en Nueva Orleans o donde sea. Pero justo coincide que teníamos un viaje ya planificado para alrededor de esas fechas y nos dijimos: “¿Qué mejor que celebrarlo allá?”
Ahora, hubo muchos miedos y temores porque nosotros nunca habíamos organizado algo en Cuba. Y organizar algo formalmente, no por la izquierda, en Cuba puede ser un problema. La idea original era el mismo concepto de nuestro evento “Timba en el parque” que hacemos aquí. Es decir, nos llevamos una bocina al parque y convocamos a la gente a que venga y baile con nosotros. Pero hacer eso en Cuba abría las puertas a que hubiera problemas con el jefe de sector, con el CDR, a que vinieran y me dijeran: “¿Quién eres tú? ¿Por qué estás organizando esto aquí? Tú no eres de Cuba”, etc.
Entonces lo que decidimos fue que la mejor forma de mantener esa idea original–de tener un encuentro grande en un lugar público–era alquilar un local que, al final, pagado en dólares, es algo insignificante para nosotros los estadounidenses por el poder adquisitivo que tenemos. Y así podíamos controlar el máximo número de personas y también tener un espacio que tuviera la capacidad para las bocinas.
La que nos ayudó a organizar el viaje, una querida amiga de nosotros en La Habana, tenía un contacto en un lugar donde va a hacer la fiesta del matrimonio de su hija este año. Y dijimos: “Bueno, si la idea original era hacer esto en un parque al aire libre, vamos a ofrecer entrada libre aquí en este local”. Y no solamente fue la entrada. Compramos 36 termos de cervezas, preparamos un cake y unas cajitas con croquetitas y otras cosas. También hicimos una competencia de baile, con premios.
Hicimos un presupuesto de lo que habíamos recaudado del viaje y acordamos cuánto dinero íbamos a alocar para la fiesta. Porque al final lo que nosotros queríamos–y la meta de ese viaje–era darle de vuelta a Cuba lo que nosotros llevamos de Cuba.
Hubo 100 personas que se inscribieron a esta fiesta. Nosotros teníamos una lista de todos lo que habían confirmado. Hubo personas que se emocionaron tanto que hasta mandaron su foto de carné para confirmar su inscripción. [Risas]
Todo esto tuvo lugar en El Cerro, en La casa de la Música de la EGREM y aunque el lugar estaba bello, la ubicación no fue la mejor. El lugar era lindo, pero no había manera de llegar a él fácilmente usando el transporte público. Hubo muchas personas que a través de la noche nos escribían y nos decían que todavía no habían encontrado un carro. Ya sabemos, para la próxima, que vamos a hacerlo en un lugar súper céntrico, con fácil acceso al transporte público.
Otra cosa de las personas que faltaron–porque no fueron las 100, había quizá 70–fue porque (y esto me lo dijeron los cubanos que sí fueron) quizá no fueron por miedo. Es decir, por no poder creer que algo podría ser gratis, que quizás esto era un engaño.
Una anécdota al respecto. Hubo una mujer que desde Bejucal se vino a la fiesta. Viajó más de dos horas para llegar en transporte público. Nos dijo que su familia le decía que ella estaba loca, que la iban a estafar, que era peligroso porque era de noche y que la fiesta terminaba tarde y tendría problemas al regresar. Ya en la fiesta, ella le comentó a Wilma que ella le dijo a su familia: “No. Yo voy a ir porque llevo años siguiendo a Dile Que NOLA y yo confío en ellos”.
La gente vino y sabía quiénes éramos. Era como una cosa extraña sentirte como una especie de celebridad de las redes sociales. Había gente que sabía quién yo era, quién era Wilma. Y nosotros también sabíamos quiénes eran algunos de ellos. Había una señora que llevaba mucho tiempo comentando en nuestros videos y por fin la conocí en persona.
Fue realmente un encuentro increíble. Los All Stars todavía estaban con nosotros y ellos mismos nos ayudaron con la animación. Una de sus bailarinas profesionales que hace ballet y contemporáneo hizo una presentación sorpresa en agradecimiento a Dile Que NOLA. Fue una noche súper especial que yo, como anormal, casi me pongo a llorar en el escenario. Era increíble ver cómo el estadounidense y el cubano bailaban juntos y hacían como una pequeña comunidad por un momentito. Se sintió tan bien. Si tuviera que hacer este viaje de nuevo, haría lo mismo.
Lo vamos a hacer el próximo año otra vez. Tomamos muchos videos. Así que para la próxima vez, cuando anunciemos, vamos a usar esos videos para que las personas cubanas sepan que el evento es real.
DL: ¿Qué es lo que quieres que la gente saque de ese evento que acabas de hacer en Cuba con los cubanos?
NG: Es la misma idea de los videos de las entrevistas que comenzamos a hacer con la gente en La Habana. Con nada de lo que hacemos queremos ser los pioneros o los únicos. Si podemos aportar ideas, las aportamos. No queremos que se nos den derechos de autor, ni nada de eso. (Y quizá ya hay alguien que hizo esto, y no lo sé. Hay muchos grupos que van a Cuba).
Lo que sí creemos es que eso es necesario porque el casino se está perdiendo porque como hay tanta inflación y la vida está tan complicada en Cuba, las personas priorizan sus necesidades básicas antes de pagar la entrada de una Casa de la Música. Entonces si tú tienes la posibilidad económica de ayudar a preservar el casino dentro de Cuba, ¿por qué no hacerlo?
Vamos a ser honestos. Cuando uno organiza un viaje a Cuba, siempre hay dinero de por medio. Siempre hay una ganancia para la organización o compañía de baile que lo hace (por supuesto: es un servicio que se presta). Pero de esa ganancia, no va a ser mucha la diferencia si separas un pedacito para hacer una fiesta o algún tipo de encuentro con las personas que crearon esa cosa que tanto te encanta. Entonces: hay dinero para hacerlo, no necesitas más de mil dólares-que van muy lejos en Cuba–para poder hacer una fiesta en Cuba.
Otra cosa que también he notado–y esto viene de conversaciones que tuve con bailarines profesionales en Cuba, con unos amigos de Seattle que estaban en Cuba en ese momento y fueron a nuestra fiesta, con gente común y corriente que fueron al evento–es cómo los extranjeros (personas de Europa, por ejemplo), organizan festivales, congresos en Cuba donde al final se vende al bailarín cubano–que está bien–pero no hay un espacio para el bailador y, aparte, nada se le da gratis al cubano.
El año pasado nosotros fuimos a un festival en Cuba que nos encantó. Nos divertimos muchísimo. Pero hubo un gran problema, que creo fue la inspiración de esta fiesta. Nosotros les dijimos a los organizadores que íbamos a ir y comprar el “Full Pass”, pero así como nosotros diez íbamos, queríamos que otros diez cubanos nos acompañaran a las fiestas. Los organizadores nos dijeron que no había problema pero que tendríamos que comprar los pases para los cubanos cuando llegaramos a Cuba. Entonces, les compramos por adelantado nuestros 10 pases de extranjeros.
Bueno, a la hora de entrar, a los cubanos no los dejaron entrar al local ni comprar pases. Para mí eso era inaceptable. Y la excusa que me dieron era que no era porque eran cubanos, sino que por capacidad…
DL: No, fue porque eran cubanos. Creéme que fue por eso.
NG: Al final, el consumismo que tenemos nosotros de ese baile cubano que tanto nos encanta, está haciendo que poco a poco enajenemos al cubano de su propia cultura y su propio baile. Y el único lugar donde lo pueden consumir es en su casa, o la del vecino o la de un amigo–no en un lugar donde antes se bailaba. Ya no tienen esa oportunidad. Entonces pienso que nosotros podemos dársela. No te estoy diciendo que vamos a tener ahora un síndrome de superhéroe, ni de ir a “salvar” el casino en Cuba. Pero tenemos nuestros kilitos y podemos aportar.
DL: Bueno, lo que estabas describiendo de que no se les permitió entrar a los cubanos es precisamente una ramificación de lo que te decía anteriormente: hemos aprendido a disociar el baile de la cultura, hasta el punto nefasto como este–que estamos en Cuba, y el cubano no puede ir a su evento. Fuera de los bailarines–que son los que están sosteniendo ese sistema–el cubano es prescindible. Y otra cosa: los organizadores de esos eventos en Cuba en su mayoría no son cubanos.
Hablando de eventos, vamos a hablar de Cubason.9 La próxima entrega de Cubason será en Nueva Orleans del 8 al 11 de agosto, y Dile Que NOLA lo está co-organizando. Esta es la primera vez que Cubason se presenta en los Estados Unidos. ¿Qué vio Dile Que NOLA en Cubason y en su misión, que el grupo dijo: “Vamos a hacerlo aquí”?
NG: Yo fui a Cubason en el 2023 porque porque había visto a Ramsés bailar y (sabiendo que él era bailador de escuela) me encantaba cómo bailaba. Yo decía: “Él ha crackeado esto. ¿Cómo es que puede bailar y enseñar de esta forma?”
Lo trajimos a “Toda la Familia”, nuestro festival (que es genial, a mí me encanta). A Ramsés le encantó Nueva Orleans y la pasó tan bien, que me dijo: “Tengo esta idea loca. Vamos a hacer esto”.
Justo antes de que me propusiera eso, yo había publicado en las redes un post preguntando si había interés en hacer un festival que se moviera de lugar en lugar por los Estados Unidos. Y bueno, justo todo se dio en ese momento para decir: “Vamos a hacer Cubason juntos”.
Lo que yo vi en Cubason el año pasado en México fue algo que iba mucho con mi pensamiento de que esto era un espacio para el bailador. Y es importante utilizar esa palabra porque así yo me defino. Yo soy bailadora, como lo son mi esposa, mi suegra y las personas con las que me gusta compartir. En muchos de los congresos o festivales que he ido, yo (bailadora), he ido a aprender de un bailarín, cosa que es una meta inalcanzable. Yo no quiero volverme bailarina profesional. Yo quiero ser bailadora y que cuando otro bailador baile conmigo, diga: ¡Qué rico baile tuvimos! Qué buen casino hemos bailado”.
Entonces, yo sentí que era un congreso donde se trataba de preservar esa idea del bailador y la diferencia tan importante que tiene de un bailarín. Todo esto se asemejaba mucho a la idea de “primos casineros” que teníamos nosotros, de comunidad. Creo que nosotros, con nuestro mensaje de paz y amor, tenemos muchas cosas que aportar a Cubason (un rincón único para el bailador) y siento que el matrimonio de los dos es idóneo. Además, todos los instructores tenían un nivel similar de enseñanza.
Yo creo que va a ser la primera de muchas experiencias increíbles en Estados Unidos con Cubason en general. Quiero que de aquí se cree un estándar de cómo debería ser Cubason de ese momento en adelante y que Cubason inspire también a otros congresos y festivales a tener todo esto de preservar el baile social para el bailador, pero también con estas cosas que son tan importantes como los paneles que estamos planificando tener durante el congreso.
DL: ¿Qué puede esperar una persona que va a Cubason? O dicho de otra manera, ¿qué se llevaría un asistente una vez que el evento termine?
NG: Cuando alguien participe en Cubason ahora en agosto, va a poder entender las partes fundamentales de cada uno de los bailes sociales cubanos que estamos ofreciendo. No solo del baile como tal, sino también de su contexto histórico y cultural. Aparte de eso, va a salir también retado–no solo en sus habilidades como bailador, pero retado también a pensar más allá de lo que está haciendo en el momento y entender cómo lo que estamos haciendo hoy importa para las siguientes generaciones del casino, no solo en los EE.UU., sino a nivel mundial. Porque los espacios para el casinero son contados con las manos.
Tenemos que demostrar que se puede consumir el casino sin una tendencia consumista. Creo que es importante saber que este congreso lo estamos organizando de tal manera que hay un balance idóneo entre diversión, aprendizaje, cosas que te reten y algunas cosas que quizá te creen incomodidad, y un consenso social y una responsabilidad en cuanto a este baile.
También estamos tratando de no llenar los pases de un montón de cosas solo por complacer ese consumismo capitalista que caracteriza eventos análogos. Estamos tratando de balancear las cosas para que realmente cada persona pueda disfrutar de cada momento, tomarse un descanso, relajarse, vestirse, ir a la fiesta. Estamos realmente metiendo bastante cabeza al flujo del horario. La idea es que todos participemos en todo para que nadie se pierda nada.
DL: Sí. Yo como persona que está en la organización de esto, puedo decir lo siguiente: si los congresos de baile que se hacen a través del mundo, le dieran un 15% del espacio mental que nosotros le estamos dando a la cohesión que debe tener Cubason, estuviéramos teniendo otra conversación. Porque eso es lo que pasa: muchos congresos no tienen rigor o cohesión, una intención o un objetivo fuera de: “Vamos a gozar”. Y quizás sales de esos espacios sabiendo un poco más de baile, pero a la vez tan ignorante con respecto a la cultura cubana como lo eras antes del evento. Y a veces hasta más porque ahora tienes una idea distorsionada de cómo se baila en Cuba.
También creo que es importante enfatizar que Cubason viene de un cubano. Eso cambia la dinámica. La intención cuando lo hace un cubano es muy diferente. Como también hay que nombrar que la mayoría de los festivales no son hechos por cubanos. Ahí estamos entrando en otras dinámicas y sería una conversación más extensa (quizá para un panel de Cubason). Pero eso: que la mayoría de los eventos de bailes cubanos que se hacen no son hechos por cubanos. Los cubanos no son los que se están llevando la mayoría de las ganancias. Es muy problemático. Estamos hablando de consumir la cultura cubana, pero no darle protagonismo al cubano. Y el cubano que enseña en estos espacios tiene que ajustarse a una “idea” de Cuba si quiere que lo inviten. Porque si lo cuestiona, te dicen–como te han dicho a ti, y como me han dicho a mí–: “No, no, no. Esto no es así”. Y siguen sosteniendo una idea del baile cubano…que apenas entienden”.
Nicole: gracias por dedicarme todo este tiempo. Ha sido un gustazo hablar contigo. Gracias por la honestidad, la vulnerabilidad y por todo lo que haces por visibilizar la cultura cubana desde la “Yuma”10. Necesitamos más gente como tú.
NG: El gusto fue todo mío. ¡Nos vemos en Nueva Orleans este 8 de agosto para gozar en Cubason!
Notas:
- Una de las cosas que a mí, como cubano, siempre me ha fascinado, es que a los peruanos les guste tanto la música cubana. Habría que hacer todo un estudio de sobre cómo ha sucedido esto. Definitivamente Lima es la capital de la timba (ej. donde más se escucha timba) en Suramérica. ↩︎
- Haz clic aquí para más información sobre lo que significa “balsero”. ↩︎
- Para entender qué es lo que realmente te hace un buen casinero, haz clic aquí. ↩︎
- Muchos cubanos van a becas (instituciones preuniversitarias) para cursar los grados 10-12. Estas becas, en su mayoría, no están cerca de las casas de los estudiantes, por lo que muchos tienen que albergarse en estos lugares. Después de las clases, es muy común, al no poder salir de la beca para otro lugar, pasar tiempo con amigos–y por ende practicar o aprender casino. ↩︎
- Para más información sobre la marinera peruana, haz clic aquí. ↩︎
- Haz clic aquí para leer más sobre el largo y el montuno en la música con la que bailas casino. ↩︎ ↩︎
- Haz clic aquí para leer más acerca de cómo interpretar la sección de mambo en el casino. ↩︎
- Para entender un poco más cómo podemos mejorar la comprensión musical al bailar, haz clic aquí. ↩︎
- Para más información sobre Cubason, haz clic aquí. ↩︎
- La “Yuma” es cómo muchos cubanos se refieren a Estados Unidos. Por ende, las personas que vienen de allí–incluso los cubanos que viven allí–muchas veces son tildados de “yumas”. Con el paso del tiempo, “yuma” ha terminado abarcando a toda persona que viva fuera de Cuba. Este artículo tiene más sobre el tema. ↩︎ ↩︎
Sobre Nicole Goldin

Nicole Goldin nació en Lima, Perú, donde creció escuchando la mejor música cubana de los años 90. Uno de sus primeros CDs fue “Tremendo Delirio” de La Charanga Habanera, que ella y su hermana mayor escuchaban incesantemente en viajes por carretera. Esa y éxitos de Manolito Simonet, La Caroband y Los Van Van fueron las bandas sonoras de su infancia. Sin embargo, Nicole no comenzó a bailar con música cubana hasta los 17 años, cuando su amor no correspondido del colegio la invitó a una clase de baile porque era más barato ir en pareja que sola. Lo que ella pensó que sería una oportunidad para enamorarse de él se convirtió en un amor eterno por el casino. A los 19 años, Nicole se mudó a Nueva Orleans, donde continuó bailando casualmente en clubes latinos locales. En 2015, Nicole y otras 5 mujeres fundaron Dile Que NOLA, un grupo exclusivamente femenino de rueda de casino. Esta pequeña empresa rápidamente creció e incorporó como una organización sin fines de lucro. Desde entonces, Nicole ha visitado Cuba más de una docena de veces para estudiar con numerosos instructores de baile como Yanek Revilla & Sabor DKY, Jorge Luna Roque & All Stars, Karelia Despaigne, Luiz Guzman, Victor Gonzalez, Fernando Bango Martinez, entre otros. Aunque a Nicole no le gusta referirse a sí misma como instructora de baile, le gusta decir que inspira a la gente de Nueva Orleans a tomarse menos en serio el baile y hacer el casino más accesible. Para lograrlo, en su tiempo libre, Nicole se ofrece como voluntaria para liderar prácticas comunitarias semanales de casino y rueda de casino, organiza viajes anuales a Cuba, eventos sociales gratuitos y coorganiza el Toda La Familia Weekender anual con Lori, su cómplice. Para poder ganarse la vida, Nicole es Consejera en Adicciones con Licencia y Terapeuta Musical Certificada por la Junta (de ahí la foto con el tambor parlante), y es dueña de una práctica grupal de salud mental que sirve a todo Louisiana.
